música demostrada según el orden geométrico

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En es­ta se­gun­da par­te abor­da­mos Heavenly Creatures, que pue­den des­car­gar aquí, con el siem­pre dis­pues­to Marlon Dean Clift. Hablamos del amor, le bus­ca­mos pa­ra­le­lis­mos con Heavenly Creatures y nos me­te­mos de lleno en co­mo fue rea­li­za­do el dis­co en si. Entre me­dios se­gui­mos des­gra­nan­do el ci­ne que in­fluen­ció es­tos dis­cos y, co­mo no, pro­pon­go ideas de in­ter­pre­ta­ción ab­so­lu­ta­men­te per­so­na­les. Pero no les en­tre­ten­go más, va­yan di­rec­ta­men­te a la fuen­te seguidamente.

A. Si en Almost Ghost ha­blá­ba­mos del amor co­mo al­go es­qui­vo pa­re­ce que en Heavenly Creatures te me­tes de lleno en la idea de que ocu­rre cuan­do se da el con­tac­to. Y pa­re­ce que, en cual­quier ca­so, es un he­cho du­ro y do­lo­ro­so pe­ro que pa­re­ce te­ner tam­bién un tras­fon­do po­si­ti­vo. ¿Consideras el amor co­mo un he­cho ca­tár­ti­co o co­mo aquel que nos arro­ja ha­cia las tinieblas?

M. Trata bá­si­ca­men­te la idea de que eso ocu­rra, y en es­te ca­so es igual de ca­tár­ti­ca que de do­lo­ro­sa. Claro que la es­té­ti­ca del dis­co apun­ta a la ca­tar­sis, pe­ro la his­to­ria de­trás es más bien do­lo­ro­sa. El con­cep­to vie­ne de un film de Alan Rudolph, Made In Heaven. Quien ha­ya vis­to la pe­lí­cu­la y la ha­ya com­pren­di­do sa­brá en­ten­der es­te disco.

A. Entonces, co­mo ya plan­teas­te, el amor es co­mo tu mú­si­ca, ca­tár­ti­co y do­lo­so al tiem­po. Antes ha­blá­ba­mos de que la mú­si­ca es un he­cho más allá de lo mu­si­cal, que tie­ne cier­ta tras­cen­den­cia ul­te­rior a ella mis­ma, lo cual es evi­den­te cuan­do tie­nes unos re­fe­ren­tes con­ti­nuos en el ci­ne. ¿Te plan­teas una se­rie de imá­ge­nes men­ta­les mien­tras com­po­nes la música?

M. Sí, siem­pre hay un story­board men­tal, pe­ro fi­nal­men­te que­da re­du­ci­do a un sen­ti­mien­to úni­co, o al me­nos yo me afe­rro a él pa­ra pla­ni­fi­car la com­po­si­ción y los arre­glos. Aunque el ca­so de Heavenly Creatures es uno cu­rio­so, por­que me pro­por­cio­nó mu­chas más imá­ge­nes una vez ter­mi­na­do. Terminó con­ver­ti­do en mi ca­be­za en una es­pe­cie de có­mic de su­per­hé­roes en cla­ve trá­gi­ca. Y aquí, al con­tra­rio que en otros de mis dis­cos, la his­to­ria avan­za a un rit­mo sos­te­ni­do, hay me­nos tran­si­cio­nes y más mo­men­tos de con­tac­to y ruptura.

A. De he­cho con­si­de­ro muy ade­cua­do el plan­tea­mien­to de có­mic de su­per­hé­roes ya que el rit­mo del dis­co es más pro­pio de una aven­tu­ra alo­ca­da de con­ti­nuos al­ti­ba­jos que de un tono más pau­sa­do, de tran­si­cio­nes, pro­pios del ci­ne. En cier­to mo­do des­pren­de cier­ta fas­ci­na­ción por lo im­po­si­ble que se cum­ple que le acer­ca de un mo­do pe­cu­liar a la obra de Warren Ellis qui­zás en una cla­ve más abier­ta­men­te sen­ti­men­tal. ¿Es po­si­ble que ten­gas una in­ten­cio­na­li­dad más pic­tó­ri­ca que fíl­mi­ca en es­te disco?

M. A ra­tos es­tá plan­tea­do de for­ma pic­tó­ri­ca, sí. Eso ocu­rre en los te­mas más es­tá­ti­cos y pai­sa­jís­ti­cos, co­mo «The Frailty Of Wings», «Always Almost» o «A Consuming Strangement». Pero el res­to de pie­zas sir­ven a esa im­pro­ba­ble pe­lí­cu­la so­bre un án­gel que sa­cri­fi­ca su in­mor­ta­li­dad por amor. Es una idea cla­ra­men­te sa­ca­da de «Der Himmel Über Berlin» de Wenders.

A. De he­cho que­ría co­men­tar­te que Always Almost me sus­ci­ta una ima­gen men­tal de una Pietà de un án­gel sa­cri­fi­can­do sus alas en los bra­zos de su ama­da. Pero qui­zás me re­sul­ta más in­tere­san­te el co­mo de­sa­rro­llas aquí un so­ni­do más geo­mé­tri­co, más di­vino di­ría Spinoza, ya acer­cán­do­te con más fuer­za ha­cia el IDM que ten­drán tus tra­ba­jos pos­te­rio­res. Ya se in­tuía en Almost Ghost pe­ro, ¿a qué se de­be el cambio?

M. Precisamente ocu­rrió que en «Always Almost» des­cu­brí una es­tra­te­gia que he es­ta­do uti­li­zan­do des­de en­ton­ces. Se tra­ta bá­si­ca­men­te de gra­bar un riff de gui­ta­rra, un riff ma­te­má­ti­co. Cortarlo por los bor­des y ha­cer con ello un loop, que des­pués es di­lui­do a ba­se de re­ver­be­ra­ción has­ta con­ver­tir­se en una es­pe­cie de sin­te­ti­za­dor. «Always Almost» es­tá cons­trui­do con tres ca­pas ex­traí­das del mis­mo riff, y es­truc­tu­ra­do si­mé­tri­ca­men­te; el te­ma da cua­tro vuel­tas a la mis­ma me­lo­día. Este ti­po de com­po­si­cio­nes vie­nen muy bien pa­ra re­pre­sen­tar even­tos cir­cu­la­res y pa­ra­do­jas. Conviertes la es­truc­tu­ra de la can­ción en una me­tá­fo­ra per se.

A. Es una for­ma muy in­tere­san­te de plan­tear la mú­si­ca, co­mo una suer­te de eterno re­torno. En ese sen­ti­do es par­ti­cu­lar­men­te fas­ci­nan­te la can­ción que da el cie­rre, Night Flight, que rea­li­za una pro­gre­sión que per­fi­la una me­lo­día don­de los dro­nes aca­ban por ha­cer­se pro­ta­go­nis­tas ca­si ab­so­lu­tos. ¿Como sur­gió es­te co­que­teo ca­si shoegaze?

M. Debe ser la can­ción que más me ha he­cho su­frir. Se hi­zo en tres fa­ses, que pue­den apre­ciar­se con fa­ci­li­dad si uno es­cu­cha con aten­ción. Empecé con la gui­ta­rra del prin­ci­pio, fui ro­dean­do un di­bu­jo que te­nía ha­ce tiem­po, lo gra­bé y lo de­jé apar­ca­do un par de días. Quería ter­mi­nar el dis­co a lo gran­de, con al­go que ge­ne­ra­ra cier­ta es­pe­ran­za. No me qui­ta­ba de la ca­be­za las pe­lí­cu­las de Michael Mann; ciu­da­des de no­che, fá­bri­cas, au­to­pis­tas. La idea era di­bu­jar las fa­ses de un vue­lo so­bre un es­ce­na­rio así. Así que en la se­gun­da fa­se en­tra­ron los dro­nes, unos ba­jos dis­tor­sio­na­dos de for­ma exa­ge­ra­da que to­ma­rían la can­ción has­ta el fi­nal. La ter­ce­ra fa­se fue la de la as­cen­sión, con el piano y la ce­les­ta mez­clán­do­se en una har­mo­nía al­go caó­ti­ca. Me en­can­ta ese tema.

A. A mi tam­bién y por lo que di­ces, tie­ne un tra­ba­jo de­trás ab­so­lu­ta­men­te so­ber­bio. Pero, cam­bian­do li­ge­ra­men­te de ter­cio, no so­lo de in­fluen­cias elec­tró­ni­cas vi­ves pues tam­bién hay cla­ves ins­tru­men­ta­les aquí, ¿qué pue­des de­cir­me de ese co­que­teo à la U2 de Made In Heaven, Bound To The Ground?

M. Antes de na­da, ju­ro que no sa­bía que es­ta­ba emu­lan­do la gui­ta­rra de la in­tro­duc­ción de «Where The Streets Have No Name». El ca­so es que cual­quie­ra con dos de­dos de fren­te sa­be que Brian Eno es quien do­tó a U2 de ese so­ni­do post­mo­derno, que sin él no ha­bría Achtung Baby tal y co­mo lo co­no­ce­mos. Y es que me en­can­ta esa in­tro; así que ese te­ma es el «What if…» Brian Eno hu­bie­ra de­sa­rro­lla­do esa parte.

A. De he­cho to­do el dis­co pa­re­ce un tre­men­do What if… en si mis­mo. Más ma­du­ro que Almost Ghost pa­re­ce, a su vez, co­mo la otra ca­ra de la mo­ne­da en el de­sa­rro­llo tan­to te­má­ti­co co­mo mu­si­cal. El cam­bio de los dro­nes ha­cia un as­pec­to más am­bient, ese gi­ro de Stars of the Lid ha­cia Brian Eno, ¿fue al­go pre­me­di­ta­do o sur­gió así por necesidad?

M. Fue un tra­ba­jo muy con­tro­la­do. Sabía lo que que­ría y có­mo, por lo que me to­mé mi tiem­po. Lo di­fí­cil era ha­blar del cie­lo sin re­cu­rrir de­ma­sia­do a esos so­ni­dos que la gen­te au­to­má­ti­ca­men­te re­co­no­ce co­mo ce­les­tia­les, co­sa que no pu­de evi­tar al lla­mar a Robin Guthrie de Cocteau Twins. Hay mu­cha in­fluen­cia de Eno, es ob­vio, pe­ro las imá­ge­nes que me vi­si­ta­ban en­ton­ces fue­ron la ver­da­de­ra influencia.

A. De he­cho has crea­do una ima­gen bas­tan­te bien for­ma­da de que es lo ce­les­tial a tra­vés de cier­ta ma­te­ma­ti­za­ción de la mú­si­ca. Esto te acer­ca ha­cia Autechre o Aphex Twin, dos gru­pos que sé que es­tán en­tre tus fe­ti­ches. ¿Es po­si­ble que en ellos se es­con­da la for­mu­la má­gi­ca pa­ra al­can­zar el cielo?

M. Desde lue­go que am­bos han crea­do un cie­lo pa­ra la épo­ca pre­sen­te. La idea de crear una grie­ta a tra­vés de la tec­no­lo­gía pa­ra es­ca­par, pa­ra crear cier­to bien­es­tar, ad­mi­nis­trar el des­or­den pa­ra que des­em­bo­que en un es­ta­do pa­cí­fi­co. Es al­go que me po­ne ca­chon­do y, sí, ellos han te­ni­do mu­cho que ver en ello.

A. Algo que ya abor­da­mos en la an­te­rior par­te de la en­tre­vis­ta, re­cuer­do a los per­di­dos. Y por hoy ya es suficiente.

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