el complejo de audrey hepburn es provocado por los ascensores

null

La cor­po­ra­ción Muzak es la cul­pa­ble de los hi­los mu­si­ca­les de los as­cen­so­res, quien co­noz­ca esas li­ge­ras to­na­di­llas loun­gue sa­brá lo agra­da­ble a la par que in­si­dio­sas que lle­gan a ser, a na­die le gus­tan pe­ro to­do el mun­do las ta­ra­rea. Pizzicato Five par­te de los orí­ge­nes de esa mú­si­ca de as­cen­sor pa­ra crear su pro­pio estilo.

Pizzicato Five es un gru­po que, co­mo di­rían en su pri­mer sin­gle, tie­nen el com­ple­jo Audrey Hepburn, es­tán ena­mo­ra­dos de los 60. Desde sus orí­ge­nes se pue­de ras­trear des­de ese so­ni­do loun­gue de as­cen­sor has­ta la bos­sa no­va y, es­pe­cial­men­te, el ye-yé. Tanto es así que sus can­cio­nes siem­pre os­ci­lan en­tre la ma­gia, ele­gan­cia e ilu­sión del ci­ne de la épo­ca con su pu­ra in­sus­tan­cia­li­dad y cier­ta preo­cu­pa­ción por crear un so­ni­do nue­vo, un so­ni­do que aca­ba­rían por lla­mar shibuya-kei. Así los 13 cds en­tre 1986 y 1995, su eta­pa ja­po­ne­sa, se cen­tra­rían en ex­plo­tar es­te nue­vo so­ni­do, en dar­le for­ma des­de el ye-yé co­mo prin­ci­pal ins­pi­ra­ción. Una me­lo­día sim­ple, una le­tra apa­ren­te­men­te ton­ta y una voz dul­ce pa­ra so­ñar so­bre cham­pan y dia­man­tes en­tre sa­ba­nas de satén.

Como la mis­ma mú­si­ca de as­cen­sor, Pizzicato Five cam­bian, si la mú­si­ca de as­cen­sor em­pe­zó a abrir­se a las mú­si­cas del mun­do y el chill out en la se­gun­da mi­tad de los 90 otros de­rro­te­ros se­gui­rían Pizzicato Five. Desembarcaron en EEUU con un nue­vo dis­co, Happy End of the World, en el que ha­rían un cam­bio sus­tan­cial en su es­ti­lo, con ele­men­tos del jazz que se in­tuían ya en sus an­te­rio­res tra­ba­jos y so­bre­to­do, un vi­ra­je sus­tan­cial a aña­dir ele­men­tos de la elec­tró­ni­ca ca­da vez más fuer­tes. Mientras arri­ba­ban en la tie­rra pro­me­ti­da ti­ra­ron por la bor­da el ha­cer las co­sas co­mo se es­pe­ra­ba que las hi­cie­ran y abra­za­ron un nue­vo estilo.

Este dis­co, es un ra­ra avis vien­do los an­te­rio­res tra­ba­jos de los ja­po­ne­ses, Love’s Prelude ju­gue­tea con el hip hop y el jun­gle, The Earth Goes Around jue­ga a ser drum “n” bass y ya se in­tu­ye un prin­ci­pio de lo que pos­te­rior­men­te se­ria el brek­beat co­mo tal. Quizas su ma­yor lo­gro es­te en Porno 3003, en la cual en­con­tra­mos una mez­cla de jazz con su es­ti­lo de siem­pre pa­ra un te­ma lar­go y abu­rri­do de rit­mo cam­bian­te que jue­ga in­ten­cio­na­da­men­te con la pa­cien­cia y áni­mos del oyen­te, can­sa pe­ro nun­ca lle­ga al pun­to de abu­rrir o es­tre­sar, aca­ba en el pun­to jus­to an­tes de que se aca­be la pa­cien­cia del oyen­te. La cri­ti­ca de la épo­ca lo de­jo en buen lu­gar pe­ro por de­ba­jo del res­to de dis­cos del gru­po en una de­mos­tra­ción más de su in­ca­pa­ci­dad pa­ra ver la ge­nia­li­dad aun cuan­do la ten­gan en­fren­te de sus narices.

Después de es­te dis­co, aun fir­ma­rían otros dos, Playboy & Playgirl y Pizzicato Five, dos dis­cos que se­gui­rían ex­pe­ri­men­tan­do pe­ro bus­can­do un so­ni­do más cer­cano a los gus­tos ame­ri­ca­nos, más jazz y me­nos ye-yé. Menos ex­pe­ri­men­tal, con ries­gos me­no­res pe­ro que, sin em­bar­go, la cri­ti­ca oc­ci­den­tal ala­ba­ría en ma­yor me­di­da que su an­te­rior tra­ba­jo. Quizas co­mo jus­ti­cia poé­ti­ca Matador sa­co un dis­co re­mix de The Happy End of the World en el que, iro­ni­ca­men­te, la ma­yo­ría de can­cio­nes son ver­sio­na­das en una cla­ve pu­ra­men­te elec­tró­ni­ca, re-visitando el pun­to don­de em­pe­zó el so­ni­do que fir­man los que aho­ra ver­sio­nan a Pizzicato Five.

Finalmente, Pizzicato Five son un gru­po que se mue­ven en el con­tras­te y que fir­ma­ron su me­jor obra cuan­do no se afe­rra­ron a na­da, cuan­do da­ron un sal­to al va­ció ha­cia una nue­va mez­cla de so­ni­dos. El fi­nal fe­liz del mun­do es la iro­nía ul­ti­ma de un gru­po que siem­pre can­to a la tris­te y fal­sa des­preo­cu­pa­ción de Audrey Hepburn.

2 thoughts on “el complejo de audrey hepburn es provocado por los ascensores”

  1. Es una lás­ti­ma que cuan­do un gru­po se arries­ga a crear al­go nue­vo la crí­ti­ca lo de­je de la­do. Las gran­des pro­pues­tas mu­si­ca­les aca­ban sien­do si­len­cia­das por la bús­que­da de un so­ni­do de masas.

  2. Si, es una ver­da­de­ra las­ti­ma y mas con un gru­po de la ca­li­dad de Pizzicato Five que siem­pre se que­da­ron a mi­tad de ca­mino en Occidente por una cri­ti­ca que nun­ca ter­mi­na­ron de en­ten­der su pro­pues­ta o di­rec­ta­men­te la mal interpretaron.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *