You Have To Burn The Rope, de Kian Bashir
1. Interpretación del jugador medio.
Eres un bicho rosa con bombín que tiene que matar a un cilindro negro que parece un alga gigante que escupe burbujas de detergente. Quemas la cuerda que sostiene la lampara de araña y lo matas. Fin.
Nota: 6⁄10
2. Interpretación pajera.
Eres un señor de color rosa con bombín y botines anaranjados que, si no me falla la intuición son de charol; el estilo es todo lo que necesita un héroe para construir su camino. Nada más. Después de caer en un profundo abismo, como Gandalf combatiendo en las más profundas de las tinieblas contra el maligno balrog depositado en el seno de las Minas Moria, caerás intacto en el suelo por el rechoncho poderío de tu cuerpo para atravesar un infinito pasillo para combatir el fin último de tu existencia: el Coloso Sonriente. Un siniestro cilindro negro gigante, carente de cualquier clase de extremidades, te intentará destruir con la fiereza propia de un amok que sólo parará cuando pruebe su propia sangre; la muerte es la única opción ante tan monstruosa criatura. Después de lanzar una cantidad infinita casi de hachas, una herencia familiar devorada por la siniestra sonrisa de la criatura del averno ante ti, recordaste la profecía: Quema la cuerda. Con valor te enfrentaras el abraviso ambiente de la sala, invocando una prodigiosa lanza a la cual prenderás fuego para saltar… y liberar a la humanidad de su funesto destino vía incrustación de lámpara de araña en el cráneo de la sonriente bestia. Eres un héroe.
Nota: 6⁄10
3. Interpretación semiológica-psicoanalítica.
El personaje, de color rosa, se define a través de su clara interferencia imposible de la consciencia de su propia sexualidad; el rosa, color de reminiscencias claramente queer, lo definen como una persona con una clara represión al respecto de su mismo sentir: se sabe homosexual, pero no lo acepta con la naturalidad latente que se le supone a alguien que viste ese orgullo. Esto se refuerza por sus botines anaranjados, vistosos pero extraños, y su completa ausencia de pantalones, claras reminiscencias de aires jineteros que pretenden no eludir sino reforzar esa homosexualidad latente natural a sí mismo a la cual no puede escapar. El enfrentamiento brutal contra el sonriente gigante enemigo, una muestra evidente de la sombra con mácula que reconoce su propia homosexualidad inaceptada simbolizada también en su bombín; es la proyección de una aristocracia que siempre tiene presente pero no puede eludir, se dirime con unas hachas que no consiguen nada porque, de hecho, no dejan de ser una instrumentalización de una sexualidad basada en una penetración que le es ajena: su deseo es ser penetrado. Esta pulsión sólo se puede acabar con la aceptación, con el destruir la sombra (el bombín, la aristocracia que reprime e intenta limpiar con las burbujas de baño su mácula), que le lleva finalmente a la aceptación de sí mismo.
4. Interpretación posmoderna.
El coloso sonriente es una representación de la infactibilidad existencial de la condición abotargante del simulacro (a)real de toda existencia inherente en el hombre moderno, representado por la angustia vital de un hombre sin pantalones incapaz de sentirse cómodo destinado a estar cayendo eternamente en abismos hacia su propia frustración. La destrucción del coloso sonriente, la banalización de un mal transparente que se nos muestra como inofensiva única salida auto-sustituida entrópicamente de la existencia en sí, sólo nos lleva hacia la repetición constante en colocación termodinámica de la lógica interna de sí: no hay posibilidad de huir del mundo, porque ahora el mundo es un coloso sonriente que muere y vive constantemente.
5. Interpretación dadaísta.
La proyección constante del espíritu pulsional del yo se encuentra estallando con el espíritu de sí mismo.
A‑B-D‑C.
Imposibilidad. La construcción ya carece de sentido en todos sus ámbitos desde que la sonrisa consciente es condenada desde los cielos, desde la quema de
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la cuerda que sostiene la lógica misma del mundo.
Uh uh-uh. Grito
¡Mi bombín!
6. Interpretación académica.
7. Interpretación personal.
El juego es una fina parodia que se burla de la excesiva corta duración de los videojeugos, aun cuando también hace sangre a través de la paradoja de burlarse de la excesiva duración en los mismos. A través de esta doble dicotomía, del sintetizar el videojuego como dos formas contrapuestas entre sí para un mismo discurso, consigue crear un discurso tan fresco e inteligente a través de un mecanismo objetivamente estúpido. No hay nada en el juego, cualquier interpretación subyacente no sólo es espurio sino que, necesariamente, está interpretando valores que a priori no están ahí ‑pero, con todo, serán lecturas interesantes en la medida que consigan crear algo que no está ahí; una lectura diferente de algo tan simple será interesante siempre y cuando añada algo más. Es por ello que el valor último del juego es precisamente su capacidad para, a través de los mecanismos propios del videojuego, crear una crítica evidente e inteligible del videojuego haciendo a su vez gala de lo que debe ser un videojuego en sí, una ejecución mecánica perfecta que nos cuente la razón misma del mundo en sí que caracteriza.
- STEWART, M., El erotismo del color, 2006, Harvard, p.37 [↩]
- HEIDEGGER, M., La proposición del fundamento, Madrid, 1991, p.69 [↩]
- UEDA, S.Zen y Filosofía, Herder, 2008, p. 123 [↩]
- BOGOST, I., Vectores y realidades contingentes. La realidad a través de una cuerda a quemar, Cátedra, 2012, p. 578 [↩]
- BUTHLER, J., Sujetos del deseo. Reflexiones hegelianas en la Francia del siglo XX., Buenos Aires — Madrid, Amorrortu, 2012 [↩]
- DELEUZE, G., GUATTARI, F., El Anti-Edipo, Pre-Textos, Madrid, 2008 [↩]
- ARBONÉS, Á., La parodia como paradigma del arte, The Sky Was Pink Ediciones, Madrid, 2037 [↩]
- SUZUKI, D.T., An Introduction to Zen Buddhism, London, Rider & Co., 1998, p. 45 [↩]
- NAKAGAWA, H., Introducción a la cultura japonesa, Melusina, 2007 [↩]