Alien: El octavo pasajero, de Ridley Scott
Toda comunidad se conforma como lugar donde se establecen una serie de lazos particulares que se suponen incorruptibles de forma ajena a esta pues, cuando se acepta entrar en una comunidad, se presupone que uno cede su libertad personal en favor de la pertenencia a la cooperación mutua presupuesta dentro del acto comunitario. Es por ello que una comunidad es siempre una situación de aislamiento, una posición a través de la cual creamos un adentro que nos cerca al respecto de un afuera dado; si el hombre sólo ante el cosmos se enfrenta contra todo cuanto existe, en la comunidad existe un adentro que da como resultado un espacio físico-emocional separado del mundo en sí: la comunidad crea un espacio nuevo de seguridad, alejado del caos propio de la naturaleza. A partir de esta presunción es de donde podemos comprender que todo afuera de las comunidades ‑y no sólo de las humanas, pues es exactamente lo mismo que ocurre al respecto del gregarismo animal- se sustenta bajo el paradigma de un caos tan absoluto que el hombre sería inmediatamente devorado si saliera de esta zona creada en el vacío informe de toda barrera que es el mundo.
Esto es algo que está presente desde el minuto uno en la película de Ridley Scott, en tanto la comunidad siempre se nos muestra como una entidad viva en sí misma. Y desde el primer momento podemos comprobar esto con el hecho de que todos los miembros de la Nostromo están sumidos en un éxtasis que acontece unido, todos en una disposición circular en relación con una columna que les hace equidistantes a cada uno con respecto de los demás. Pero no es un hecho exclusivo, todos los acontecimientos están representados en su más absoluta naturalidad: las discusiones por el aumento de sueldo, la leve insubordinación, las bromas recurrentes, las manías personales o la disposición al comer juntos como acto ineludible ‑ya que la comida suele ser el nexo comunitario más fuerte existente- son algunos de los ejemplos de como se construye esta micro-comunidad asediada por el afuera, por el caos absoluto.
Ahora bien, si esta comunidad se ve perturbada en su propio seno es por los acontecimientos que ocurren más allá de su propio carácter de comunidad es por la propia decisión que se produce desde el adentro: no hay un asalto de afuera a adentro de una fuerza ajena de la comunidad misma, sino que hay una introducción del afuera por parte de la propia comunidad. Cuando Kane sufre el ataque del facehugger este se produce por la curiosidad que le suscita el ver un objeto desconocido que atiende sin la debida precaución, lo cual produce que este tenga vía libre para atacarle de un modo inmisericorde. A partir de aquí nos encontraríamos con su introducción dentro de la comunidad porque de hecho abandonarlo es un imposible, porque aunque las leyes estén producidas para proteger a la comunidad, ya que la vida de cada uno de ellos en sí misma vale más que la posibilidad del riesgo en conjunto de todos. La introducción del agente exógeno, del agente no controlado y por tanto caótico, dentro de una comunidad ordenada se produce precisamente por la decisión consciente de introducirlo ya no por mala fe o un intento de aceptar lo que hay ahí fuera, sino por asumir la voluntad de que sólo en la aceptación de éste se puede salvar la integridad de la comunidad en sí misma.
Aunque esta lectura ya nos permite ver de forma más o menos preclara como se produce el acontecimiento comunitario, la metáfora presente del embarazo ayuda a entender las particularidades esenciales que en esta se producen. El siempre caótico Alien es una entidad exógena no sólo por provenir de un afuera indeterminado posible, sino también por el hecho mismo de que proviene de un afuera en términos metafísicos: Alien es un ser que no existía y ahora existe; su cambio de plano ontológico es un problema comunitario en sí mismo. ¿Por qué es un problema? Porque de hecho su existencia es determinada como parte inherente de un afuera de la comunidad pero también parte de ser propio de la comunidad misma, pues Alien es hijo de Kane en la medida que éste lo ha parido. La comunidad por tanto decide encargarse de ese hijo ilegítimo, aun cuando fruto de una violencia injustificada, encargándose de que él adquiera la integra relación de deberes y obligaciones que se supone que debe poseer en tanto integrante de la comunidad ‑aunque esa ayuda propiciada por los miembros de la Nostromo sea, en el mejor de los casos, más fulgurante en su pasión liquidadora que amistosa en su integración.
El por qué no se puede aceptar al alien en sí mismo aun siendo hijo legítimo, aun cuando fruto de una violación, de alguien parte de la comunidad es por el hecho mismo de ser un agente exógeno de la comunidad misma. Independientemente de que él sea una entidad peligrosa o no, hecho que en el momento mismo de la búsqueda de su encuentro sospechan pero desconocen, él es un agente externo que debe ser eliminado por su capacidad para disruptir los cimientos mismos de la comunidad; cada uno en la nave tiene un lugar prefijado, algo que todos conocen, el integrar algo que se sitúa desde su afuera mismo presupone el tener que aceptar la extrañeza de algo que puede dividir o descomponer el origen de la comunidad en sí misma. Es por ello que el alien no es sólo un extranjero ‑otra posible lectura, la de índole racista, encajaría igual de bien bajo esta perspectiva‑, sino que también es una entidad que aterra por ser completamente ajena al proceso comunitario. El alien siempre es un afuera de todo sistema por exógeno de todo cuanto es lógico y racional para el hombre; alien=caos.
El principal problema de enfrentarse contra el alien aquí surgido ya no es sólo que éste sea ajeno de todo, sino que su comportamiento es el de un niño. El alien establece sus propias reglas de comportamiento, no atiende a las razones propias que se establece en la comunidad e insiste en desobedecer los castigos (mortales) que se imponen ante su figura. Éste es la encarnación de todo lo que aterroriza al hombre del embarazo: el fruto del embarazo es la semilla del caos venidero, del cambio que puede destruir la comunidad misma. El alumbramiento es el proceso ctónico en el cual se trae de las sombras, de la muerte o de la noche, aquello que carece de sentido alguno para lo que la comunidad establece como dentro del estricto orden de la creada razón absoluta.
Este carácter ctónico se transluce en la propia representación fáctica del alien: baboso, de estructura imposible, nacido de una unión espuria, adepto de la oscuridad y estructurado en un sentido que va más allá, hasta la lógica que sólo puede establecerse en la intuición posibilitadora de la noche. No hay nada en su figura que no avoque al terror, al caos, a la profunda incomprensión que tenemos del mundo que se asoma impávido en el afuera de nuestra propia comunidad. Alien es la representación de todo caos inimaginable en el mundo, desde el embarazo y el extranjero hasta el monstruo, la naturaleza y la sinrazón humana misma; él es el hijo de todo terror humano, el ser que nos recuerda lo suficiente a un humano para reconocernos en él pero que es lo suficientemente diferente como para sabernos ajenos de su propia existencia. El alien, ya desde su nombre, es aquello que está más allá de lo que la comunidad ‑y, por extensión, el conjunto humano en sí mismo- puede aceptar como tal en el mundo, es la fuerza disruptiva que destruye y pone en cuestión todo cuanto es lógico y razonable en el mundo ya no con sus actos, sino con su presencia misma. Es lo ctónico que representa nuestro terror puro encarnado en una figura que se nos muestra próxima y común, siempre dispuesta a devorarnos tanto desde dentro como desde fuera de nuestro propio seno; alien, muerte parida de la racionalidad del hombre por el hombre en sí mismo.
También podría interpretarse como una representación del arquetipo junguiano de la sombra.
No lo había pensado pero sí, sería una interesante lectura al respecto.