Elektra y Lobezno: La redentora, de Greg Rucka y Yoshitaka Amano
Si hoy alguien que jamás ha sentido el más mínimo interés por el cómic más allá del saber de su existencia se decidiera por acercarse a él, se abriría ante una batalla interminable basada en lo terminológico que no le cabría concebir en un medio tan aparentemente outsider como es el del cómic. Mientras las grandes compañías de cómic de EEUU aluden para sí el término cómic como el paradigma del género, cierto estilo de cómic mal considero más adulto se auto-denomina a sí mismo novela gráfica; a su vez, las diferentes denominaciones regionales que todos conocemos hacen cada vez más y más complejo el encontrar cuanto hay de lógica en una sepración sin ningún sentido formal estricto. Es por ello que ante la confusión de alguien que no se ha interesado por el cómic nunca, esta separación resultaría una manera como otra cualquiera para proyectarlo de nuevo fuera del interés periférico del cómic por la complejidad que éste presenta para aquel que se acerca de nuevo hacia éste. ¿Existe alguna diferencia clara y real entre cómic y novela gráfica que nos permita justificar tal separación?
Elektra y Lobezno se encontrarían en el subsello Marvel Graphic Novels bajo el guión de Greg Rucka, el cual nos cuenta una interesante historia de violencia. Elektra Natcnios debe asesinar a un hombre de negocios, un trabajo más de no ser por el hecho de que Lobezno se encuentra protegiendo a la hija de su objetivo que se encontrará en la posición de ser una indeseada testigo de lo acontecido. Aquí comenzará el baile donde Elektra, en posesión de la niña, se enfrentará cara a cara contra la fuerza animal de un Lobezno afectado más emocional que profesionalmente ‑cosa que no debe extrañarnos, Lobezno ya ha demostrado en varias ocasiones su particular debilidad emocional por los niños- en una historia que se sitúa más cerca de un despiadado hardboilled que de el clásico cómic de super-héroes al que nos tiene acostumbrado la compañía. El problema de todo esto es que lo que nos cuenta Greg Ruucka no es un guión que es convertido en imágenes para contar la historia secuencialmente a través de estas, es una novela que ha sido ilustrada a partir de las imágenes que va creando dentro de su propia cascada verbal.
La labor del ilustrador japonés Yoshitaka Amano, auténtico virtuosismo de un estilo que apuntala siempre entre lo extremadamente barroco y los trazados cuasi infantiles, no es aquí imprimir el caracter particular de la narración sino que sirve de apoyo de aquello que se nos es narrado a través de las palabras. Sus dibujos plasman retratos, movimientos de combate extraños y estampas emocionales que nos permiten recalibrar aquello que hemos leído; la labor de Amano no es la de mero acompañante, sino que todo lo que leemos está pensado para que sea reforzado por aquello que presenciamos de una forma directa a través de sus ilustraciones. Lejos ser un libro ilustrado, una narración literaria con un acompañamiento gráfico secundario, aquí las imágenes se integran como un elemento más dentro de la narración que clarifica puntos oscuros y permite presenciar de forma directa aquello, de forma material en sí misma, aquello que nos es narrado a través del lenguaje. Las imágenes no narran en sí mismas, pero sí que son un elemento que añade un nivel más de narración al propiamente lingüístico.
Ahora bien, todo esto nos conduce mucho más allá de un mero uso de ilustraciones para enfatizar los momentos claves de la novela. En tanto esto es una novela gráfica lo gráfico per sé es un valor constitutivo en sí mismo, y como tal se nos presenta. El cambio de tipos y tamaños de tipografía, de colores de fondo de página, la mezcla de ilustración y texto, los detalles (de cenefas, de gotas de sangre, de marcas de rueda o de bala) y los retratos enmarcados que nos guían a través de los gestos particulares de los personajes que no nos son narrados de otro modo son una fuente de información tan o más importante que el texto en sí mismo; lo que se nos narra se nos narra desde varias fuentes de información, no sólo desde la textual, en tanto su carácter de novela gráfica: es novela (narración textual) y es gráfica (narración visual). He ahí que lo más interesante de ella se sitúe en los detalles, como funciona en su hibridación entre dos lenguajes completamente dispares entre sí que se proyectan mutuamente ad infinitum para reforzar aquello que cada uno dice con respecto de la historia.
Cada detalle de la novela nos lleva hacia un mundo de elucubración, un mundo nuevo donde nos sitúan forzosamente los autores para enmarcarnos ante una nueva realidad. El estilismo barrocamente naïf de Amano favorece esta impresión al crear una estética tan particular, tan propia, que no podamos imaginar ese universo si no es con la estética propia de Amano: las imágenes se sitúan aquí también como guía de como debemos imaginar todo aquello que leemos. He ahí la magia pues, al final, nosotros ponemos la narración en imágenes en nuestras cabeza al añadir todos aquellos puntos de la trama que no somos capaces de no imaginarnos vivamente cuando acometemos su lectura.
¿Qué es una novela gráfica? En el sentido que usa el común de los mortales aficionado al cómic, no lo hemos dilucidado, pero en el sentido más estrictamente matérico podríamos afirmar que una novela gráfica es aquella que enfatiza tanto el valor de la literatura como el del grafismo dentro del libro. ¿Y qué diferencia hay en éste con respecto de una novela ilustrada? Que en la novela gráfica hay una pretensión de que el lector sea una parte implícita dentro de la conformación de la historia; sólo en tanto el lector-espectador se sitúa como una fuerza activa dentro de la interpretación de toda esa imaginería gráfica que acompaña al texto está entonces dilucidando todo aquello que esconde de verdad la obra en tanto tal. Quizás esto no sea nuevo, pues Alicia en el país de las maravillas ya sería así considerada una novela gráfica, ni tampoco la manera donde se alcance un mayor grado de experimentación en ello, lo cual devendría en premio para House of Leaves, pero sí es en la ocasión en que cómic y literatura han estado en mayor forma de comunicación: Elektra y Lobezno: La redentora es una novela que sólo se convierte en cómic en la mente del lector que lo lee activamente, haciendo, a su vez, cada experiencia absolutamente única en todos sus sentidos.
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