Cuando algo llega a su cenit hay que darle un giro radical al punto de vista del mismo o dejarlo morir en una repetición constante de unas coordenadas que no tardarán en quedarse obsoletas. En este sentido el hardcore tuvo una gran fortuna al ver aparecer en escena, a finales de los 80’s, a Fugazi. Con una nueva propuesta bajo el brazo dejaron caer su disco debut, Repeater, como una bomba sobre nuestras cabezas.
Alejándose de manidas estructuras, que ya todos conocen y repiten hasta la saciedad, Ian MacKaye se zambulle en las aguas de la novedad de la forma más brutal posible. Distorsiones imposibles que anticipan los sonidos del shoegaze, sonidos herederos de riffs más propios del metal, toques californianos y jamaicanos para darles un tono más bailable algunos temas y, sobretodo, un hardcore de primerísimo nivel soterrado bajo las deliciosas capas de experimentación con las que inundan el disco. Y es que, aun hoy, este hardcore de atronadores bajos post-punk sigue siendo una absoluta novedad. Pese a los intentos que ha habido todavía no se ha conseguido igualar la genialidad de los contrastes de este disco totalmente adelantado a su tiempo. Una revolución condensada en algo más de cuarenta minutos de brutalidad contenida en una elegante ejecución. Un disco salvaje y sentimental que, en sus imposturas, encuentra el verdadero camino que seguirá aun hoy el género.
Intentar concebir la música hoy sin este disco es absolutamente imposible. La conmoción y la influencia que causo en todos los espectros de la música es solo comparable en como, aun hoy, sigue sorprendiendo. Ni niñatos skaters californianos ni radicales anarquistas suecos hubieran sido nada si no hubiera aparecido este disco en los inicios de los anestesiantes años 90. Aquí tienen el paso natural de una juventud enrabietada a unos músicos experimentadores.