No hay experiencia ausente de duda. Una interpretación “cristiana” sobre «Thirst» de Park Chan-wook
En términos religiosos, el lenguaje de uso cotidiano se demuestra siempre en exceso limitado. Cuando decimos que alguien ha perdido la fe, que se ha dado en la experiencia de desesperanza ante la imposibilidad de seguir creyendo en una fuerza superior, estamos hablando de una experiencia que va más allá de la simple inversión de la creencia hasta ahora sostenida: entramos en la perdida de las virtudes teologales. Cuando se da la perdida de la fe, la ausencia de esperanza en la existencia de un ser superior que hasta ahora creíamos velando por nosotros, se hace a partir de la aniquilación de las otras dos virtudes inferidas por éste en nuestra inteligencia: la esperanza y la caridad: no queda esperanza de que exista alguien que pueda traer la luz al mundo; no queda caridad en un mundo donde nada puede hacer clarear la oscuridad del mismo.
La evidencia de la dimensión polihédrica de esta perdida se da en Thirst por el doble movimiento que nos propone al encargarse de forma constante en recalcar como el personaje protagonista, el padre Sang-hyun, está situado entre las dos posibles formas de la virtud cristiana: entre la religiosa y la pagana —esta última podríamos denominarla satánica pero, como la interpretación presupone que su contrario es un salir de la cristiandad, el satanismo sólo sería una forma equivalente del cristianismo — . La virtud cristiana sería seguir las virtudes tealogales stricto sensu. Por otra parte, la virtud pagana, la cual es sostenida por la película a través de una constante simbología que recalca el origen profundo de ésta en términos cristianos, sería aquella que asume el cristianismo como una raíz carente de cualquier vinculación con lo divino, bien en la tierra o en el cielo, más allá de una forma mitologizante a través de la cual guiarse por la vida; en términos paganos, el cristianismo como religión en general y las virtudes teologales en particular, no sería más que una expresión de como deberían regirse las conductas humanas en sus principios más básicos.