la belleza es la hermana gemela de la fealdad
Lo extraordinario no existe. O, si quisiéramos ser más certeros, podríamos decir que todo aquello que es extraordinario en la vida es mediado por la encantadora futilidad de la cotidianidad. Todo aquello que es maravilloso, que parece que fluya fuera de la constante de la normalidad, sólo es tal en tanto se encuentra en contraposición con lo que es exactamente cotidiano; con aquello siempre gris. Y de ahí saldría ese mágico videoclip y canción que es Beautiful Waste de The Triffids.
Anidando entre cándidos carrillones que aportan el lado más inocente de la canción se sumergen en una canción de orquestación pop para alcanzar ese punto ideal entre la belleza misma y el saberse producido. Como intuyéndose parte del capitalismos sentimental hacen que la canción suene accesible, sencilla, pero siempre escondiendo ese segundo plano melancólico pero incluso más bello que el primero. Lejos de vendernos las apariencias, algo tan propio del pop, se molestan en crear una intrincada composición de arreglos preciosistas; aunque su ingesta sea fácil y cómoda es mucho más compleja en su génesis de lo que suena. Como un encantador mundo de infinitos sabores que se ha desechado en pos de la producción exclusiva de gominolas el paladar inquieto descubre que, debajo de la uniformidad cromática de estas, esconden dentro de sí una gama asombrosa de placeres. Así, casi sin quererlo, dinamitan el principio básico de la producción espectacular: el nunca satisfacer los deseos prometidos al consumidor final del producto.