Hostias demodé: Occupy Shadowloo
Street Fighter IV: Occupy Wall Street DLC, de Capcom
Que las compañías aprovechen las modas es algo tan connatural al capitalismo como el hecho de la necesidad en sí de la moda como catalizador de cierto criterio masificado de los consumidores; la moda es una concatenación de referencias, originadas en o llevadas al, consumidor en una forma comercialmente deseable. Bajo esta bandera cualquier cosa puede ser objeto de ser convertido en moda, lo cual incluye los actos revolucionarios. Es por ello que no debería extrañarnos que, sistemáticamente, se haya intentado llevar hacia una categoría de elemento estético mercantilizable los diferentes eventos socio-revolucionarios que están ocurriendo a lo largo y ancho del mundo capitalista. Es por ello que Capcom, sagaz y exprimecuartos, ha sacado este Occupy Wall Street DLC para Street Fighter IV para aprovechar monetariamente la crispación actual: sacude al rival al que legalmente no puedes tocar; polémico lema incluido.
EL DLC aporta un pequeño modo historia que nos narra como las protestas a lo largo de todo el mundo han dificultado la celebración del torneo callejero de artes marciales que da nombre a la saga, incluso produciendo que alguno de sus personajes se involucren activamente. Dhalsim se ha convertido en un auténtico mito viviente en la Comisión de espiritualidad de 15‑M mientras Zangief parece sentirse en su salsa bailando prisiadka al ritmo de Kings of Leon; Shadowloo, por su parte, ha encontrado en todo este movimiento de frustración la herramienta para hacerse con el poder: mientras la policía controlen estos movimientos insurgentes ellos tendrán más patrón de movimiento para hacer lo que les plazca. De éste modo el combate se desplaza en favor de una lucha donde cada cual defenderá su punto de vista, siempre anclado en profundos intereses personales, intentando hacerse campeón para ser una figura inspiradora para los seguidores de sus respectivos movimientos que les lleven a la victoria… o dominar el mundo.