Predecir tiene el encanto del equívoco. Quien predice creer tener cierta certeza sobre lo que ocurrirá, ¿pero quién puede saber qué nos deparará el mañana? Todos nuestros planes pueden no servir para nada. Todo puede salir del peor modo imaginable. Pero, con todo, es imposible vivir al día. Hay que hacer planes. Hay que fabular sobre el futuro. Es necesario vivir como si, de hecho, el futuro fuera a alcanzarnos.
Porque aquí estamos. En el futuro. Y si el año pasado decíamos que fue un año raro, de transición, hoy cabe hablar del año que dejamos atrás como uno de terror e incertidumbre. El principio del ragnarök. Donald Trump nos saluda desde la atalaya alt right, eufemismo para denominar al reaccionario de toda la vida, mientras a los humoristas se les congela la sonrisa irónica. Porque tal vez David Foster Wallace tenía razón. Tal vez el único modo de combatir lo que ya no está por venir, sino que lo tenemos ya en casa, sea la sinceridad. Pero no sinceridad como sinónimo de decir la verdad, sino de mostrarse abierto y empatíco. Ser capaz de escuchar al otro e intentar entender porqué piensa como piensa. Porqué hace lo que hace. Incluso si sus actos nos resultan repugnantes. Incluso si, como en el caso de Donald Trump, más que un ser humano lo que parece es una mala parodia de todo lo que está mal en este mundo.
Se nos mueren los héroes. Nos gobiernan monstruos. Pero el arte insiste en vivir en algún punto entre el optimismo combativo y la necesidad de articular lenguajes que nos hagan comprender la realidad de otro modo diferente. Y no hablamos sólo de Pokémon Go!. Pero todo eso es lo que nos cuentan los colaboradores y amigos de este blog. Cada uno con tres artefactos, cada uno trampeando más o menos las reglas establecidas —¡y benditos sean por hacerlo! — , han desgranado todo lo que ha sido el pasado que una vez fue futuro en este presente perpetuo que son nuestras vidas. Porque al final lo único que cuenta es la gente de la que nos rodeamos. De si podemos contar con los demás cuando el futuro no llegue del modo que esperábamos. Y, si esa es la clave para la vida, entonces tal vez esta lista durará al menos otros siete años más.