PSR B1919+21
Un remake es la voz inglesa que habla de la reproducción fidedigna en todos sus elementos de una obra anterior a la realizada en el presente. Según la wikipedia el término español sería refrito lo cual no deja de darnos una cierta connotación negativa e inexacta, como sino fuera más que una recomposición ‑un recalentamiento en microondas- de la obra anterior. Pero, debido a que toda re-interpretación es una nueva codificación del lenguaje, jamás habrá dos obras que aun partiendo con los mismos elementos acaben siendo exactamente iguales. Y es aquí donde empieza el juego de El hacedor (de Borges), Remake de Agustín Fernández Mallo.
Un espectador ajeno al lector se podría fijar en el peculiar movimiento de la portada del libro; del corazón dorado que capitaliza la mirada. Como si del ciclo cardíaco se tratara vería como el pasar de las paginas va produciendo que el corazón entre en diástole ‑se dilata hacia fuera con el pasar de las páginas- y en sístole ‑pues también se contrae hacia dentro al girar levemente el libro para leer la pagina derecha- de forma rítmica y continuada. No debería extrañarnos esto pues la magia ‑la que sólo se puede producir cuando nace del amor sincero por quienes admiramos- recorre las cavidades venosas de sus párrafos. Siempre concediendo una simetría entre los relatos y poemas del original y el remake Mallo va articulando su visión de los mismos según las sensaciones que estos le inspiran. Así las obsesiones de Borges van solapándose en favor de las de Mallo que hace suyo el discurso borgiano para hacer una nueva realidad desde los límites de su lenguaje a través de su interpretación. Como un pulsar la realidad lingüística es siempre un fenómenos singular.