La “normalidad” actúa sobre los sujetos en sociedad como un virus: inicia una relación parasitaria en la cual va perpetuándose a través de la destrucción de lo divergente al tiempo que se contagia hacia otros individuos. Lo “normal” va constituyéndose destruyendo lo “raro” o, en caso de que esto pueda ser aprovechado de algún modo, estandarizándolo como una parte de sí; mimetizándose en una nueva conformación de normalidad evolucionada. De éste modo Lo Normal sería una realidad social básicamente viral: muta con rapidez, es sedentaria en su evolución pandémica y su existencia se basa en el parasitismo. De este modo no sería descabellado buscar una analogía con la excelente “La Cosa” de John Carpenter.
En “La Cosa” nos encontramos con un grupo de investigación americano en la Antártida que se encuentran con un chucho que está intentando ser asesinado por parte de un helicóptero noruego, el cual acaba por estrellarse con el suelo. Según pase el tiempo acabarán por descubrir que, para su desgracia, no están solos en aquel desierto blanco pues algo que mato a todos los noruegos de una base militar cercana ahora está entre ellos. Bajo esta premisa nos encontramos un monstruo lovecraftniano apócrifo, aun cuando podría rastrearse con facilidad la inspiración hasta una perversión de “En las montañas de la locura”, que irá destruyendo y remplazando mediante mímesis a todos los individuos de la base. Uno a uno. De este modo inducirá la paranoia en ellos hasta que al final sólo puedan confiar en arrasar con todo para poder acabar con una entidad que va más allá de la razón humana; que es capaz de replicarse como una versión perfectamente coherente con el entorno de aquellos que fagocita.