Child’s View, de Nobukazu Takemura
Aunque toda primera obra de un artista es un hecho fascinante por la singularidad primera que supone en sí misma, en el caso de Nobukazu Takemura este interés está supeditado al hecho de conocer su (prolija) obra anterior al debut en largo. Eso no le exime, si no más bien al contrario, de despertar una particular fascinación en esta primera obra canónica; toda primera obra es un canon definitorio que pesa (sobre) y aúpa en la misma medida la voluntad del artista. Por eso el que Takemura eligiera hacer un disco donde todos sus tics quedaran reflejados perfectamente en una investigación profunda de los mismos, es definitorio de su estilo.
Con un estilo que deberíamos definir como electrónica camaleónica su música está en un eterno devenir errante entre todos aquellos géneros que le parecen interesantes. Quizás por ello no sea dificil rastrear toda clase de micro influencias, pequeños homenajes y destellos de otros, que lejos de ensombrecer o castigar la originalidad del conjunto lo ennoblece con voluntad propia. Jamás hay algo que nos deje de sonar familiar, cercano y cálido, pero aun con todo siempre nos deja la sensación con que esto es algo esencialmente nuevo. Semejante propósito lo consigue con una base cercana al acid jazz mientras se va entrometiendo en las bases esenciales de su música con las formas propias de un niño que explora los límites de su mundo, cuanto le rodea, por primera vez; desde todas las variaciones del jazz hasta el hip-hop pasando por la bossa nova o la electrónica experimental nada escapa de la curiosidad, de la necesidad de jugar constantemente, con cada una de las piezas del rompecabezas.