1. Introducción y metodología.
Utilizar un músico popular como Julio Iglesias, en el sentido más abyecto posible para la mayor parte de la juventud contemporánea, para explicar en que consiste la espectrología puede parecer más una boutade que un intento de análisis riguroso al respecto de la situación de la cuestión. No es así. Aunque es dudoso que el patriarca actual de la familia Iglesias se haya planteado jamás las problemáticas propias que suscita la existencia de una figura espectral dentro del discurso filosófico-cultural contemporáneo —aunque tampoco es imposible viendo la brillante, aun cuando supondremos incidental, lectura que hace de la misma — , si habremos de aceptar que toda interpretación está más allá de la intencionalidad propia de su autor; aunque Julio Iglesias nunca haya pensado en la problemática espectrológica, eso no significa que la caracterización más perfecta de esta no esté ahí ya de facto para aquel que lo interpreta. La interpretación que haré a continuación de la canción es sólo una de las muchas posibles, pero, sin lugar a dudas, ofrece una visión desestructurada pero certera de la condición existencial del espectro como forma del pensamiento. Para ello, analizaré párrafo por párrafo la canción, obviando en la medida de lo posible las aliteraciones propias del género dentro del discurso aquí desarrollado, hasta concluir una imagen exacta de que supone la espectrología como interpretación teórica que infecta a cada instante nuestro presente.
2. Principia espectrológica.
Llueve y está mojada la carretera,
¡qué largo es el camino!¡qué larga espera!
La alusión de la lluvia resulta un punto oscuro dentro de la canción ya que, en último término, es la aliteración menos directa de toda la canción: es el punto originario de la misma, pero reverbera de forma insistente a lo largo de toda la canción como un elemento exógeno en tanto parece una fórmula ajena del propio discurso atómico de la canción. La lectura principal que podríamos hacer es la lluvia como una evocación de la tristeza, de la melancolía si se prefiere, que evoca ese lento transitar hacia el destino querido: la lluvia empapa la carretera, hay que reducir la velocidad, y eso produce la sensación desagradable de ¡qué largo es el camino!¡qué larga espera!. El espectro se define a este respecto, ya de entrada y como elemento principal, como algo que está siempre en un tránsito que deviene en infinita espera —pues aun en tránsito, como veremos, nunca llega a moverse: siempre está en búsqueda del mismo elemento desde su inmovilismo temporal— a través de una melancolía que enfanga su propio devenir futuro. Lo que añora, esa tristeza, se cristaliza en una lluvia que hace el tránsito más lento hasta hacerlo potencialmente infinito.