la era en la que aprendimos a vivir espectacularmente
Sublimar la apariencia como aspecto de lo real es algo que, aunque se ha dado durante toda la historia de la humanidad, ha cobrado una especial fuerza en la contemporaneidad. No debería sorprendernos este hecho cuando siempre, en un nivel inconsciente, se ha asociado lo bello con lo bueno y lo feo con lo malo en una dicotomía risible sobre lo aparente como existente. Esto no quita para que se haga necesario denunciar esta situación a través de documentales como El cuerpo de las mujeres, un breve documental sobre la imagen de la mujer en la televisión italiana.
En sus escasos 24 minutos y medio el documental nos hace un breve recorrido a través de las caras y los cuerpos de las mujeres que inundan el espacio audiovisual italiano. La crítica se ve enfocada hacia la presencia de unos cánones basados en la falsedad del cuerpo femenino; la televisión italiana hace un auténtico desfile de cuerpos imposibles acompañadas de caras sin expresión. Estas mujeres de plástico, caucho y botox se desfilan despampanantes haciendo gala de una ausencia absoluta de valores o dignidad, son nada más que un bonito acompañamiento que exhibir. Con su identidad vendida al mejor postor sólo les queda asumir su papel de esclavas cuyo único valor es, necesariamente, sus cualidades sexuales. De este modo no abandonamos en momento alguno esa dicotomía de bonito-bueno y feo-malo sino que lo ampliamos hasta la obscenidad; ya no sólo para ser buena se ha de ser bonita sino que, aun siéndolo eso te reduce a una entidad puramente material. Y lo peor de todo, hacen creer realmente a las mujeres que su único valor es físico y es que, al final, las guapas tienen más dificil que las tomen en serio.