Autopsia del Santo Mediocre. Aproximaciones críticas sobre «La Niebla» de Stephen King
Existe cierta idea de que cualquiera puede llegar a tener auténtico genio artístico cuando éste tiene que ver tanto con caracteres innatos como con el trabajo y la fortuna; incluso después de décadas de oficio, uno puede estar incapacitado para ir más allá de las formas correctas de su arte. Si uno carece del talento y la fortuna necesaria para encontrar su lugar, haciendo incluso de su defecto virtud —¿cuanto hay de talento y de adaptación a la hipermertropía en James Joyce?¿Y de talento y de adaptación a la falta de varios dedos en su mano derecha en Tommy Iommi, el guitarrista de Black Sabbath? Su talento es indudable, pero su capacidad para adaptarse a una situación singular pudo ser razón para explotarlo — , acabará sumergido en una perpetua mediocridad que, no por mediocridad, es menos costosa. Hacen falta muchos años de entrenamiento para ser «correcto» en cualquier arte. Incluso la mediocridad requiere un cierto grado de compromiso.
En La Niebla nos encontramos con una premisa tan simple como efectiva: después de una basta tormenta, la niebla cae sobre un pueblo de Maine aislando a las personas allá donde se encuentre; fuera, en la niebla, una serie de monstruos a cada cual más formidable masacran sin misericordia a cualquier descuidado imbécil que decida salir de la protección del hogar. O de aquel lugar donde haya quedado encerrado. Por eso la historia va tornándose hacia el lado de la supervivencia, con la sospecha constante de que el enemigo del exterior no tiene por qué ser peor que las rencillas que nacen en el interior; como El Señor de las Moscas en versión sobrenatural, la búsqueda narrativa aquí presentada permanece siempre en una constante común: buscar la tensión a través de la erosión de las relaciones humanas ante el encuentro con lo imposible, no a través del encuentro con lo imposible en sí. Son monstruos y podría ser la niebla; podría ser la niebla y podría ser sólo la incógnita de si hay algo más allá de la niebla: lo sobrenatural aquí es sólo una excusa para justificar un cierto carácter mistérico sobre el cual aferrarse (falsamente) en una narrativa endeble.