Oceanic, de Vortex Rikers
Aunque le espectrología ha sido fruto de debate más o menos continuo desde hará ya hace algunos años en el contexto de la crítica y el pensamiento musical siempre se ha circunscrito hacia ciertos puntos temporales específicos. Siempre que hablamos de esa nostalgia que contamina el discurso contemporáneo en favor de conformaciones propias de otro tiempo se hace echando la vista atrás 30 o 40 años vista; la espectrología, hasta el momento, es una nostalgia del pasado inmediato. Esto, que crea una interesante perspectiva de la velocidad propia de cuanto acontece en la contemporaneidad, se da de este modo exclusivamente porque el análisis de los valores espectrológicos se quedan en la superficie radical: en si suena similar ‑como un género popular, o incluso si tiene rasgos comunes- a lo que se produjera en algún tiempo pasado singular. Sin embargo, en este ejercicio, se obvia, como mínimo, dos aspectos propios de la teoría: se habla de espectros del pasado indeterminado la época y el análisis es eminentemente teórico, no estrictamente compositivo.
Es por ello que cuando uno se acerca a Oceanic, último EP hasta el momento del grupo de witch house Vortex Rikers, no tiene mayor sospecha de objeto espectrológico que su condición de género. Al sumergirnos en él encontramos un desarrollo de idílicas visiones, quizás romantizadas, de un sonido que mezcla los sutiles lamentos oscuros del pasado con un naïf sentimiento de dulzura. La combinación no parece tener nada de particular ni extraño y he ahí lo que nos suscita interés, pues su condición de artefacto espectrológico no es por reminiscencia de una época pasada-presente, sino que su devenir acontece en una época pasada-trascendente. Quizás Oceanic no suene como ningún otro disco de época cercana conocida, pero sí esconde tras de sí el código propio del romanticismo.