conociendo el universo, cocinando iteraciones
Las adaptaciones al videojuego de películas tienden a acabar en el más absoluto fracaso al ser originadas como meros subproductos a través de los cuales aprovechar el rebufo de la cinta en las cuales se inspiran. Un modo interesante para que un proyecto de esta índole llegue a buen puerto es hacer que todos sus elementos independientes entre sí; cada producción sería una pieza diferente del puzzle global. Seguramente con esto en mente surgió la producción del juego que nos ocupa: “Kahihara. Madness’s God”, basado en Ichi the Killer de Takashi Miike.
En un intento de alejarse de cualquier convencionalismo o idea preconcebida se alejan del ya clásico desarrollo sandbox, aun cuando Yakuza pudiera parecer un referente muy evidente, para abrazar la lisergia propia que destila la película; estamos ante un plataformas de exploración 2D. En esta suerte de Metroidvania manejamos a Kahikara en su búsqueda por una recreación hiperbólica del barrio de Roppongi del inefable Ichi. Con unos sprites preciosistas y una paleta de colores que va desde lo vivo hasta la ingestión masiva de LSD iremos recorriendo unos escenarios a través de los cuales tendremos que volver una y otra vez según adquiramos diferentes poderes al derrotar jefes de fase. Brutales rivales como prostitutas gigantes de doce pechos, una horda de 293 salaryman borrachos con la corbata en la cabeza o incluso una señora mayor con un bolso serán algunos de los enemigos a batir si deseamos poder continuar en nuestra exploración en búsqueda de Ichi. Haciendo gala de una dificultad extrema hará las delicias de los jugadores más hardcore pero también contentará a los menos hábiles al mando; la Super Guía nos permitirá pasar cualquier fase al aparecer decenas de subordinados que se darán de bofetadas o formarán pirámides humanas, todo para que nosotros superemos nuestros objetivos.
Con esta suerte de spin-off los chicos de Capcom dan una gira de tuerca a la película contándonos los aspectos que quedaban en nebulosa en la historia original; expanden el universo de Ichi a través de una ampliación del campo de batalla. Con este peculiar proyecto abren una nueva vía de como debería ser la cultura pop del futuro: interdisciplinar desde la perspectiva de la ampliación de sus disposiciones arqueológicas. La demencia cristalizada conforma una nueva estrella en la galaxia de la imaginación.