¿Qué estarías dispuesto a hacer para salvar el planeta Tierra? Esta pregunta que parece insustancial no lo es tanto cuando se descubre como una de las paradojas más subversivas que se pueden formular en el seno de una sociedad sin conciencia ecológica. Aunque cualquiera podría ver la importancia de defender el planeta de una invasión alienígena, zombi o de cualquier otra representación alegórica del terror de Lo Otro ‑generalmente, del terror de lo que puede destruir el status quo imperante- casi nadie podría admitir esa misma importancia de defensa en favor de la destrucción por nosotros mismos; las acciones destructivas de los demás son malévolas pero las nuestras son desarrollo. Es por eso que la película de culto “¡Salvar al planeta Tierra!” (aka Jigureul jikyeora!) de Joon-Hwan Jang se presenta como una necesaria perspectiva desde el otro lado el tema de la destrucción del mundo.
El joven Byeong-gu es un ufólogo aficionado que vive en mitad de las montañas con su novia viviendo de la fabricación de maniquís artesanales y de la apicultura, además de tener una insana afición por secuestrar personas, que sospecha que son alienígenas, con el fin de torturarlas para conocer sus planes secretos de invasión. Todo se complicará de forma desorbitada cuando secuestra al presidente de una compañía Química ante la sospecha de que es una avanzadilla que tendrá que convocar al Príncipe de Andrómeda el día de eclipse lunar para que invada la Tierra. En éste tour de force que combina sin reparos terror, torture porn, sci-fi, humor, drama, romance, thriller y todos los géneros que alguna vez el hombre haya cultivado en cualquiera de sus formas los personajes se van entrecruzando entretejiendo una historia de confusión, mentiras y ufología. Mientras el infame detective Lee buscará al secuestrador para restituir su posición, el novato inspector Cho intentará ascender de la mano de su héroe caído; todo lo anterior mientras la novia de Byeong decide irse lejos de él para cumplir su sueño de ser equilibrista profesional.