No vas a tener una casa en tu puta vida y lo sabes. La demencial crisis que estamos sufriendo es por culpa, como mínimo parcialmente, de una gestión inmobiliaria, siendo amables, ineficiente. Y la culpa lo es tanto de la gente que se permitía comprar casas que no podía pagar como los bancos que permitían hipotecas que jamás podrían pagar en una sola vida. ¿Qué estarías dispuesto a hacer por la casa de tus sueños? En Dream House de Ho-Cheung Pang, todo lo que sea necesario.
La joven Cheng Li-sheung quiere mudarse a un apartamento propio pero, a pesar de tener dos trabajos, parece que el destino quiere que le resulte imposible mudarse a ese idílico piso con vistas al mar. Ese rascacielos donde se situaba su antigua casa donde su familia vivió siempre, el lugar donde están todos sus sueños y esperanzas de poder algún día tener su propio cuarto. El lugar donde las inmobiliarias, el estado y las triadas vieron negocio en gentrificar una muy buena zona donde todos podrían sacar unas cantidades obscenas de dinero en la edificación. Pero Cheng no se rendirá y aquí comenzarán las escasas horas de terror que desatará sobre el rascacielos para conseguir su casa. Y si para ello tiene que asesinar a cuantos inquilinos se les ponga por delante, bienvenido sea. Ella sólo devolverá la violencia psicológica que han ido aplicando todos ‑su amante casado, su padre, sus jefes, las inmobiliarias, los arrendatarios del piso- contra ella, fuera intencionado o no. Su deseo se cristaliza en una violencia brutal que teñirá de rojo el destino de todo aquel que se interponga con sus sueños; todo para recuperar su pasado.