El gusto de los japoneses por la estética kitsch más febril y cazurra les lleva a una asombrosa capacidad para sintetizar ideas absolutamente dementadas y horrendas en objetos de puro amor pop. Pero lo anterior no debe extrañarnos pues los japoneses, desde tiempos pretéritos, han tenido una asombrosa capacidad para deconstruir ideas ajenas ‑ya sea de su espacio, de su tiempo o de la lógica misma- para hacerlas suyas. En ésto son unos auténticos expertos los completamente trastornados the telephones con su demostración más potente, Love & Disco.
Con un indie pop frenético de arreglos electrónicos exquisitos y una pasión que roza lo demente se apropian del trono de uno de los grupos más divertidos de la escena nipona. Si bien siempre han estado en una posición privilegiada ante el nivel de locura llegan hasta el extremo con el excelente single Love & Disco. Aquí desarrollarán un bajo penetrante que va marcando toda la canción, ritmos electrónicos mil veces oídos, una sencillísima linea de guitarra y una batería de una sutileza cerril. La esquizofrenia sonora que nos presentan desborda por todas partes y, como en una calculada maniobra de puro caos sonoro, todas las piezas encajan en este micro-cosmos en un ejercicio de auto-consciencia de actitud machacona, absurda y, especialmente, kitsch. Si le sumamos un vídeo hecho con cuatro yenes donde prima el más imbécil todavía de forma continua nos encontramos una auténtica obra maestra donde lo importante no es en momento alguno hacer algo absurdo sino el integrar todo en un discurso unificador; el discurso de the telephones. Y por supuesto lo consiguen desde el mismo instante que hacen de su caótica música algo tan propio como su peculiar visión del amor.
Después de destruir todo en pequeños destellos de absurdo van pegando esos pedazos produciendo en el proceso algo totalmente nuevo que les es absolutamente propio. No importa de donde les vengan las influencias, como se supone que debería sonar o que concepción del amor o la música debieran tener, lo importante es como han sabido escribir a los márgenes del discurso. La genialidad se esconde entre las diferentes capas de lucidez de un grupo de nipones dementados. Lo demás, es amor y disco.