Abobo’s Big Adventure, de Team Bobo
Las auténticas odiseas contemporáneas las encontramos, hoy por hoy, en los titánicos esfuerzos de personas desprovistos de medios, y de consciencia dirían algunos, al no estar dispuestos a rendirse jamás en el cumplimiento de sus sueños. Por supuesto esto siempre ha sido así, por lo que tampoco es novedad que estos héroes de la cultura ofrezcan su trabajo gratis a la comunidad; durante toda la historia siempre ha habido personas desinteresadas haciendo obras fantásticas, fastuosas incluso, por el mero placer de saberlas necesarias. ¿Qué tiene de fascinante entonces el trabajo del Team Bobo para qué, sobre toda la masa de desarrolladores independientes que asolan el mundo de los videojuegos, ellos merezcan un puesto de honor en nuestras miradas? Su capacidad no sólo para hacer un trabajo excelente sino conseguir, a través de él, apelar también a una dicotomía inseparable en los videojuegos: la veneración por la estética y la replicación de los mecanismos de juego esenciales del videojuego moderno; nos retrotraen hasta el paradigma de las consolas de 8bits.
Con la NES por bandera el desarrollo del juego es, estéticamente, un caso de puro stendhal posmoderno. La acumulación sin sentido de los sprites originales de todos los personajes originales que anidaron sus existencias durante esa época, aunque no exclusivamente los personajes que aparecieran en la consola de Nintendo, están representados en algún punto de este delirio kitsch de un niño de los 80’s. La acumulación de motivos específicos se suma a que cada escenario se articula con la estética y mecánicas propias del juego que simulan, provocando así que la inmersión sea total: se ve, se juega y se siente como un auténtico juego de 8bits. El resto es repartir hostias metódicamente entre una concatenación constantes de viejas glorias a machacar con puño justiciero.