Get Him To The Greek, de Nicholas Stoller
Partamos de la presunción de que la vida del hombre responsable es un miasma de tedio que se instala en lo más profundo del corazón de aquel que se ve en la obligación de sostenerlo. Por supuesto esto podría sostenerlo vehementemente, con una encantadora cara de entrañable bobalicón, todo aquel que vive en un eterno coitus interruptus de sus deseos por encima de sus responsabilidades, no tanto aquello que debe hacer como aquello que se espera de él; la responsabilidad no es la acción de hacer lo correcto, sino de hacer lo que se espera que se haga en una situación dada. Trabajar, intentar pasar desapercibido, no tener grandes pasiones que causen una distorsión de la porción específica de realidad que te ha sido asignada. ¿Qué ocurre entonces cuando a uno de estos sujetos, absolutamente viciado de deseo ‑como, por otra parte, es lógico: todo ser vive necesariamente mediado por una cantidad cuasi infinita de deseos, de forma aun más acuciante en el capitalismo‑, su jefe P. Diddy le encarga escoltar a la última estrella del rock que existe aun en activo en un tour de force de alcohol, sexo, drogas y mentiras? Ocurre el necesario colapso de este hombre medio, absolutamente anodino, caracterizado en la figura de Aaron Green.
En el otro extremo se sitúa el rockero como quintaesencia de la vida del deseo cumplido: todo cuanto requiera éste será cumplido de una forma inmediata por las personas que se sitúan a su alrededor. Es por ello que la vida de Aldous Snow se define en el constante proceso de teorizar como la vida se define en que nada importa una mierda más allá de los próximos cinco minutos de la vida, que cada tiro y cada genitales que tienes enfrente es lo más importante del mundo en cada instante de tu vida independientemente de lo demás. En su figura se representa la pretensión de evadir cualquier responsabilidad de actuar conforme al mundo, de evadir por un continuo exceso todo aquello que se espera de él, pretendiéndose como un héroe de sí mismo que trasciende la voluntad general de cuantos le rodean; si el hombre absolutamente responsable, Aaron Green, es aquel que sólo puede pensar en el otro para pensar sobre sí el hombre absolutamente irresponsable, Aldous Snow, es aquel que sólo puede pensar sobre sí para pensar en el otro.