Merry Christmas, Mr. Lawrence, de Nagisa Ôshima
Un clásico entre los autores posmodernos, aunque en filosofía ya venga desde una disposición propia de la clasificación histórica de Hegel, es la imposibilidad de la comunicación ‑y, dentro de esta, cualquier tipo de juicio, disposición o mirada- hacia las culturas ajenas de la una propia. De este modo nos sumergirían en la noción de que toda cultura es inaprensible, que es imposible conocer el pensamiento de otros cuya cultura difiera, haciendo que toda comunicación sea un hecho infructuoso y absurdo. En esta posición la globalización carece de cualquier significado pues, en último término, ¿cómo podría trasvasarse aspectos de una cultura a otra si no existe una comunicación posible entre ellas? Porque el mito posmoderno de la incomunicabilidad de las culturas es falso; toda cultura vive como un objeto no solipsista que fagocita en perpetua mutación todas las conformaciones que van asumiendo como propia los objetos agentes que la configuran en sí. Bajo esta premisa la cultura no sólo no es algo inamovible, sino que es un objeto que funciona tanto como evento como objeto; sus relaciones se basan en la imposición de su campo de actuación en los individuos que la sostienen pero también en el intercambio con otras culturas objetos.
Cuando se aborda Merry Christmas, Mr. Lawrence debe hacerse siempre desde esta noción de multiculturalidad, de la cultura como un objeto no endo-relacional, si no como objeto que tiende hacia la relación con otras culturas. Esto se puede apreciar desde la gestación de la película misma que implicaría una producción japonesa e inglesa al tiempo mientras, a su vez, el plantel de actores se dividiría entre japoneses y anglosajones por igual; las culturas se relacionan, se comunican, constantemente a través de intercambios de flujos externos. Cosa que también veríamos en la música realizada por Ryuichi Sakamoto pero cantada por David Sylvian conjugando, en su conjunto, algo más grande que sus partes: conforman un estallido de creatividad que es superior a la unión de dos cosmovisiones culturales diferentes; dan forma a un contexto propio.