El hermano de grado menor. ¿Spoken word? en una satirización innecesaria del capitalismo reactivo.
A Brother of Low Degree, de Rozz Williams
Lo fascinante del spoken word es su capacidad para purgar cualquier clase de mediocridad que se pretenda instaurar en su seno. Cuando aquel que recita dentro de éste contexto falla en lo musical suena como una fuerza impostada, sin auténtico sentimiento; cuando falla en el recitado, parece una música minimizada hasta un absurdo canturrear sin sentido ni emoción; y cuando fracasa en su plasmación de la idea o el afecto en sí entonces queda destruida toda pretensión de credibilidad: si el spoken word es un género minoritario, oscuro y lleno de basura es porque, de hecho, es una hibridación que siempre juega en los límites del imposible. Cuando uno se enfrenta con el recitar se enfrenta ante la imposibilidad de congeniar los contrarios, de tener que ser consciente de lo que siempre acontece en la inconsciencia pura: el conocimiento consciente y el arte intuitivo se hacen uno en él.
Lo que sentencia aquí Rozz Williams no deja de ser la permutación esencial por la cual rige su vida cualquier persona que se niega a caminar bajo la atenta mirada de falsos mesías, de formas reactivas de la existencia, de ideologías que precoznican un mañana mejor en vez de apropiarse de cada instante de la vida en su exigencia de querer hoy ese disfrutar de lo vivido -estaba fogueado por el trote y dispuesto a hacer una acción, cualquier acción. A partir de aquí se regirá por un deambular de una forma sistemática por una melodía asintomática, cargada de una oscuridad tan profunda que parece no haber nada tras de sí, para hacer de acompañamiento de una letra donde necesariamente se erigirá como fuente en sí misma de la construcción rítmica de su composición; el hermano de grado menor es necesariamente la acción disruptiva del no ser y no creer en la posibilidad de un más allá… después de aquí. ¿Qué sentido tiene entonces suponer que hay que vivir un presente donde ya de hecho se niega la posibilidad de un devenir futuro donde construirse en el cambio? Que de hecho el haber perdido el caso del cadáver rico en putrefacción intestinal nos permite poder construir nuestra propia vivencia personal. No hay ya mesías que adorar, el padre de todas las enfermedades ha muerto con su intestinalidad recursiva que sólo se define en una circularidad constante: crea mierda para seguir creando mierda.