Aunque generalmente tendamos a obviarlo todos los elementos presentes en nuestra existencia hablan de nosotros mismos. Cuando elegimos ponernos una ropa, usar una tipografía o dibujar de un modo particular estamos haciendo elecciones que nos configuran; me represento a través de mis elecciones estéticas. Esto es llevado al extremo por David Mazzucchelli en su obra magna Asterios Polyp, donde nos enseña la vida del arquitecto homónimo a través de su narración pero, también, a través de las elecciones estéticas que hace para representar cada escena. Haciendo evidente esta estetización del devenir, que ocurre (casi) siempre de un modo velado, Mazzucchelli nos insta a descifrar los diferentes códigos de colores, formas y estilos de dibujo en su significado profundo. Los requiebros en toda conformación del diseño del mismo se atiene en todo momento en la búsqueda de un sentir más profundo que no se puede explicar con palabras; el narrador nos narra, las imágenes nos develan.
La narración se fragmenta en, al menos, dos niveles y un supra-nivel: temporal, física y sentimental. Se encuentra fragmentada en el tiempo ya que vamos alternando entre el presente con un Asterios totalmente derrotado intentando rehacer su vida con el pasado donde conocemos como llego ante esta situación, haciendo especial hincapié en la relación con su mujer, Hana. Del mismo modo en lo físico encontramos las diferencias radicales de dibujo, generalmente entre el estilo racionalista de él en contraposición al estilo más vivo de ella; un choque entre el cálculo desaforado y la tímida pasión. Y todo eso confluye, finalmente, en como su relación se va definiendo a través del tiempo en los cambios que sufren a través de su diseño.