Cuando nos ponemos ante ciertas obras culturales tenemos la sensación de estar ante una especie de peculiar juego de sombras, como si viéramos la realidad a través de los colores de un arcoiris. El mundo así se distorsiona y parece más colorido, más bello, de lo que realmente esconde tras de sí. Y esto es precisamente lo que ocurre con Enchanted Landscape Escape de Wonderland Falling Today.
Las clásicas disrupciones violentas de Katsuhiko Maeda con su proyecto principal, World’s End Girlfriend, dejan paso aquí a la suave armonía hipnotizante de un minimalismo sonoro exquisito. Cada nota está tocada con el exquisito gusto marca de la casa bien remarcado por una cierta sensación de familiaridad, de dulzura, que impregna cada uno de los segundos del disco. Por eso cuando atacan, de forma muy breve, ciertas disrupciones de sonido ‑ya sea en forma de noise o como meras disarmonías- nos causa una cierta sensación de tensión. Entre los vivos colores con los que nos presenta el mundo se va transparentando, casi como sin querer, la auténtica naturaleza del mundo. Así, en éste viaje de placer, nos va enseñando un mundo feliz donde relajarnos ante la placida nada que adorna cada rincón presentándolo desde un prisma turístico; un prisma de idílica falsedad. Así en cada fallo, en cada instante donde no controlan exactamente lo que nos muestran, podemos ver como aquello que es oscuro e incomprensible entra en el mundo imposible que han construido para nosotros. Cuando, en nuestra huida de este fingimiento, nos asomamos a las murallas del imperio de las apariencias podemos ver el pánico infinito de la eternidad.
En el último tema del disco, con toda la realidad desmoronándose como la farsa que es ante nosotros como una cascada de dolor, nos abandonan finalmente con diferentes personas diciendo adiós. Al final del viaje, un viaje absolutamente sincero, sólo nos queda esa despedida que nos enseña como el mundo era algo mucho más que la belleza que reclama nuestra necesidad. Ante la incomprensión de lo siniestro sólo nos queda aceptar lo simulacral como realidad.