Todas las historias deben tener, necesariamente, un principio y un final, o al menos deben tenerlo si es que desean poder considerarse historia y no un turbulento ahora. Eso hace necesario que, en toda tradición secreta, exista un traidor que obligue a desmantelar la asociación para así que un cronista futuro pueda acotar los efectos telúricos que produció en el mundo. Esto es lo que ocurre con los shandys en Historia abreviada de la literatura portátil de Enrique Vila-Matas.
La conspiración shandy, también conocida como sociedad secreta de los portátiles, se trata de un heterogeneo grupo de artistas cuya toda obra puede ser contenida en los delimitados espacios de una maletín que pueda ser siempre transportado con ellos. De esta ingeniosa organización han sido los más diversos sujetos, pero todo aquel que fue alguien a comienzos del siglo XX con una escritura que rompiera con la tradición catedralicia del siglo anterior perteneció a ellos. Así nos presenta Vila-Matas un ensayo ficcionado tan peculiar como ligero para los cánones del género; lejos del farragoso estilo propio del estilo ensayístico común el autor adopta un estilo afrancesado para la ocasión llevándolo hasta el extremo. Si los franceses son conocidos por la ociosa afectación que imprimen en sus ensayos, llegando hasta la divagación poética fatua, es éste último hecho el que abraza con fervor el escritor barcelonés. Aun siendo una magnifica recreación lo más precisa posible de una realidad ficcionada de tintes periodísticos, prácticamente gonzo, su fin último es su bellísima prosa.