¡Es la sin razón, estúpido!
Six Men Getting Sick, de David Lynch
Una parte sustancial del arte figurativo es la incapacidad neta de encontrar una idea plasmada de forma ordenada, lógica o evidente más allá de las cábalas que pueda hacer cualquier espectador con respecto de la obra. Es por ello que esta clase de arte, que puede inundar cualquiera de las otras artes a placer del artista, privilegia la (ausencia) de forma sobre el contenido: no importa tanto cual el mensaje ‑el cual, en realidad, no existe per sé- tanto como la apreciación de una forma informe; la reflexión es la forma en sí. Por supuesto aunque el autor pretenda decirnos algo con la obra, algo sustancial que vaya más allá de la propia obra como entidad, eso es imposible porque toda posibilidad de ir más allá queda sepultada por la ingente auto-conmoción producida por la forma. Es por ello que sólo si se crea un corpus teórico ‑y, por tanto, o bien se elimina la noción de artista o bien se abraza la de teórico- se puede interpretar el arte que no puede ser interpretado.
El problema de David Lynch sería precisamente éste en sus primeras obras al privilegiar la forma sobre cualquier clase de contenido formal o teórico. Es imposible comprender las obras más experimentales de David Lynch porque no tienen significado; intentar analizar Six Men Getting Sick es tan absurdo como intentar horadar un discurso nuevo en la tierra agotada en barbecho. No hay significación y no puede encontrarse significación más allá de la forma simbólica de la imagen.