las reinas siempre deben temer la situación tras el trono
El único modo de conseguir evitar los golpes de la vida es saber adelantarse a ellos, cuando no la cagas nada te puede dañar; y si la cagas, al menos, se consciente de haberlo hecho. Esto es especialmente cierto en los sórdidos ambientes de la novela noir, donde cada error se paga pasando a ser el nuevo pasto de los besugos. Y esto lo saben muy bien las chicas de Reina del Crimen de Megan Abbott.
Gloria Denton no es sólo una superviviente de la edad dorada del hampa, también es la más famosa e importante cobradora que esta economía sumergida ha tenido en toda su historia. De rostro marmóreo, casi como eternamente asentida bajo una máscara de impasibilidad, jamás se permite el más mínimo error; o sólo uno uno: entrenar a su sucesora. Así empieza una tórrida historia de obsesión, muerte y amor que acabará desembocando necesariamente en un final que por esperado no deja de ser sorpresivo. Y es que la novela exuda feminidad por todos sus poros. Muy lejos de enconarse en estereotipos de lo que debe ser la mujer pero más lejos aun de presentarnos apenas sí machos con pechos la escritura de Megan Abbott es exquisitamente femenina. Cada uno de los detalles sutiles encantadoramente intrascendentes sólo es comparable con la pasión que atesoran estas mujeres en su corazón. Encendidas, tremendamente femeninas, caminan por un mundo de hombres bordeando su condición haciéndose respetar como lo que son: las reínas de los bajos fondos. La pantera con zapatos de tacón y traje blanco finamente ribeteado.