el escepticismo como una de las bellas artes
El escepticismo no es sólo una sana actitud ante los hechos de la vida cotidiana, sino que es también algo necesario para no enredarse en la desinformación diaria con la cual nos vemos bombardeados. Por otra parte, para ser justos, existe desinformación desde todos los espectros que configuran la realidad política; tan peligrosas son las conspiraciones en la sombra como la necesidad de crear de cada aspecto de la existencia una conspiración gubernamental. Y entre estas segundas está la mítica pregunta, ¿fuimos a la Luna? que nos responderá Jose A. Pérez, creador de la excelsa Ciudad K, en su nuevo programa, Escépticos.
Conducido por Luis Alfonso Gámez hay dos aspectos fundamentales que llaman la atención de esta interesante serie de pequeños documentales: su rigurosidad científica y su intencionalidad intertextual donde la realidad se nutre, para bien, de una planificación de ficción. Aunque, en cualquier caso, ambos aspectos van enraizados de un modo indisoluble entre sí. Por un lado nos encontramos la rigurosidad científica en unos amenos y muy sencillos experimentos científicos que se pueden comprobar en casa y que, además de tumbar mitos fantasiosos, nos enseñan algunos prefectos básicos de la física. El segundo aspecto, quizás el más interesante, es como todo el montaje está perfectamente ajustado, acotado y guionizado hasta el punto de sacrificar cierta espontaneidad; autenticidad incluso, en favor de una transmisión más veraz de la información. De este modo entre una impresionante selección musical se van engarzando diferentes entrevistas, intervenciones en clases de instituto o universidad o pruebas puramente documentales. Y todo ello sin abandonar jamás la veracidad como bandera; la manipulación de la realidad en Escépticos es una manera de apuntalar el discurso de realidad.
El gran logro de Escépticos no es sólo llevar la ciencia a todos de un modo sencillo y claro o derribar las más fantasiosas teorías alimentadas de la paranoia colectiva, que también, sino la demostración de la capacidad del espectáculo; del simulacro, de ser un subordinado para la perpetuación de la realidad como hecho fáctico. Toda imagen está cargada de significado, no existen las imágenes vacías de toda intención y, en el caso de Escépticos, han sabido cargarlas de un saludable escepticismo que penetra y anida con facilidad en el espectador. Se escéptico, atrévete a pensar.