tras la obsesión se encuentra la pulsión de muerte
El deseo es el hermano menor de la obsesión y, por ello, en ocasiones es dificil diferenciar cual de ambos es que nos está atenazando el alma. Lo que puede parecer un deseo benigno puede esconder detrás obsesiones enfermizas del mismo modo que pasiones desenfrenadas pueden albergar deseos equilibrados. Es dificil diferenciar el deseo de la pasión, y sobre ello gira la sorprendente Branded to Kill de Seijun Suzuki.
Goro Hanada es un asesino, específicamente el 3º en un particular ranking que clasifica el valor de los diferentes profesionales de la muerte. Todo se complicará para él cuando conozca a Misako, una chica misteriosa con una irrefrenable pulsión de muerte, que le hará un peculiar encargo: asesinar a un hombre sobre el cual sólo tendrá tres segundos de visibilidad. Su fracaso iniciará una persecución mortal donde Goro no podrá confiar en nadie más salvo en su instinto y sus deseos con tal de salir adelante. Clasifica como una obra maestra del absurdo va circulando siempre por los senderos más inhóspitos que podamos considerar al basar todo su discurso en un caracter puramente simbólico. El cruce entre unas actuaciones cercanas al teatro kabuki, el pop art, la sátira gruesa y cierta obsesión heredada del surrealismo por el psicoanálisis da lugar a un cruce de flujos intencionales que subrayan siempre en plano alegórico todo lo ocurrido. Es un noir de claroscuros ‑literalmente en cuanto su imagen también- pero es especialmente una película sobre la deriva del deseo amoroso a través de las pulsiones sexuales.