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The Sky Was Pink

Preferiría no hacerlo. Bartleby como paradigma del deseo auto-productivo.

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Bartleby, el es­cri­bien­te, de Herman Melville

Preferiría no ha­cer­lo es qui­zás la fra­se li­te­ra­ria más re­cor­da­da y sub­ra­ya­da a lo lar­go del si­glo XX, no só­lo por lo pro­di­gio­so de su sim­pli­ci­dad ‑que da­ría pa­ra un aná­li­sis ad in­fi­ni­tum de su sig­ni­fi­ca­ción a to­dos los ni­ve­les, aun­que pu­die­ra pa­re­cer to­do lo contrario- sino tam­bién por la re­mi­nis­cen­cia ob­via ha­cia el mis­te­rio­so Bartleby. En reali­dad el re­la­to don­de se con­tie­ne a sí mis­mo, pues el re­la­to es él mis­mo y to­do cuan­to le ro­dea es só­lo el frá­gil sub­ra­ya­do que se ha­ce so­bre sí, es la alu­ci­na­ción asom­bro­sa de la im­po­si­bi­li­dad de con­tra­ve­nir al acon­te­ci­mien­to ra­di­cal de un de­seo que nun­ca es ex­pre­sa­do; pre­fe­ri­ría no ha­cer­lo es una im­po­si­ción más que una ne­ga­ción en su con­tem­pla­ción de lo ne­ga­do: no obli­ga a na­die a col­mar­se an­te su de­seo, pe­ro de he­cho el im­po­ne su pro­pio de­seo co­mo to­da me­di­da del acon­te­ci­mien­to. Cuando se le or­de­na ha­cer al­go que pre­fe­ri­ría no ha­cer, se ex­plo­ra el sim­bo­lis­mo del pro­pio no ha­cer en sí mis­mo, sien­do más im­por­tan­te to­do lo que oca­sio­na el acon­te­ci­mien­to del no-hacer que de he­cho el ha­cer mis­mo ‑el cual, en la ma­yo­ría de ca­sos, pa­sa a ser un he­cho se­cun­da­rio sin in­te­rés an­te el no-hacer en tan­to tal.

Ese no-hacer de­vie­ne co­mo no-acontecimiento en el cual se cons­tru­ye la per­so­na­li­dad de Bartebly: no co­no­ce­mos na­da de él, sal­vo to­do aque­llo que pre­fie­re no ha­cer: pre­fie­re no co­te­jar sus tex­tos, pre­fie­re no co­rre­gir­los, pre­fie­re no ir­se de la ofi­ci­na y da­do un mo­men­to da­do pre­fie­re no ha­cer su tra­ba­jo; to­do en cuan­to se de­fi­ne el per­so­na­je es só­lo en la ne­ga­ción ab­so­lu­ta del mun­do. Es por ello que si el de­seo pue­de ser la de­fi­ni­ción exis­ten­cial del hom­bre, pues aque­llo que de­sea­mos es lo que nos de­fi­ne en sí en tan­to es aque­llo con lo que po­dre­mos al­can­zar una con­ci­li­za­ción pro­fun­da, aque­llo con lo que no es es en ab­so­lu­to y es im­po­si­ble que se sea en ca­so al­guno es tam­bién de­fi­ni­to­rio del ser en sí. Cuando Bartebly se nie­ga de for­ma ta­xa­ti­va pe­ro sin un ápi­ce de ra­bia ni des­dén, só­lo con su ge­nu­fle­xión mí­ni­ma y ab­sur­da a se­guir las ór­de­nes, es­tá sim­ple­men­te de­fi­nien­do su pro­pio ser en el pro­ce­so. Ser Bartebly es pre­fe­rir no ha­cer­lo.

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