That’s not my name. El debate nominalista (del origen) en el ámbito musical.
Esta entrada fue publicada originalmente en Studio Suicide el 25 de Junio de 2012 y ha sido ampliada y corregida especialmente para la ocasión.
Aunque en España tengamos el dudoso honor de que a nuestro presente le parezca que los debate nominalistas sólo son válidos cuando se trata de prohibir que dos personas del mismo sexo ostenten los mismos derechos a la hora de casarse que dos personas de sexo diferente, hay cierta necesidad de abordar ciertos debates nominalistas por como nos afectan de una forma directa. El principal debate nominalista que posee dentro de sí el ámbito puramente musical, aunque este sería un ejemplo a través del cual se podría extrapolar una teoría general a casi cualquier otro ámbito, es aquel que redunda en la más absoluta de las obviedades: ¿cuando un grupo determinado deja de ser tal grupo para convertirse en otro? Vayamos a un ejemplo específico, cuando muere Ian Curtis el resto del grupo decide seguir tocando pero, sin embargo, abandonan el nombre de Joy Division para pasar a denominarse con el mucho menos sugestivo nombre de New Order, ¿por qué? Porque de hecho creen que Ian Curtis es el leit motiv último de la marca Joy Division y seguir manteniendo ese nombre sería mancillar la historia que han creado con él. Es por ello que podríamos reformular la pregunta de otro modo, ¿cuando es legítimo que un grupo siga llamándose igual cuando algo ha cambiado, de forma más o menos radical, en su seno?
La respuesta, aunque obvia, es problemática. Es obvia porque de hecho parece evidente que debe cambiar cuando lo que hacía que el grupo tuviera una personalidad específica se pierde por el camino, por ejemplo, en el caso de Joy Division, que ante la muerte de Ian Curtis pierden el distintivo rasgo de la engolada voz del de Stretford —que sería el mismo caso de por qué Type O Negative, grupo sin sentido en posible continuidad una vez muerto Peter Steele—; si un grupo pierde una de sus señas de identidad originarias, no tiene sentido que se siga denominando del mismo modo. El por qué es problemático, a partir de la definición anterior, es una obviedad ya que por cada grupo que tiene unos rasgos distintivos muy marcados que de abandonarse perderán todo su sentido, hay una infinidad que esos rasgos pueden entrar dentro de un debate tan largo como estéril. ¿Acaso no podrían haber seguido siendo Joy Division si aun permanecían los intensos bajos de Peter Hook? Quizás sí, pero para muchos hubiera supuesto un sacrilegio tan indigno como vomitivo.