Coleccionismo, sustitución y trimetilaminuria. Sobre «Escarabajo Hitler» de Ned Beauman
La dictadura del espacio interior es la represión constante de las emociones, emociones que sólo pueden encorsetarse buscando un método para aliviar la presión a la cual se las somete. Comida, sexo o coleccionismo; cuando se dan como exceso, mera forma de sustitución: ante la imposibilidad de aceptar los sentimientos propios, o los de algún otro, se comienza una fuga hacia la nada, atiborrándose sin disfrutar aquello utilizado como moneda de cambio. Deseos estancados por vacíos de satisfacción. Carece de sentido práctico utilizar el deseo, por desviado que esté, como compensación: cuando se practica una sustitución, por mucho que se pretenda llenar el hueco a través de la ingesta masiva del objeto de satisfacción edulcorada, siempre se acaba en el mismo punto equidistante al auténtico deseo: la angustia.
¿Qué es lo primero que llama la atención en Escarabajo Hitler? El como trabaja su narración en dos niveles consecutivos, donde desde el presente se investiga aquello que se nos presenta del pasado de forma fehaciente —ahondado no sólo en las peculiaridades históricas del tiempo, sino también en las connotaciones personales que se nos escaparían, o deberían ser sobre-explicadas, por los personajes del presente — , no sólo nos interpela en primera instancia, sino que es también piedra base de sus mecanismos profundos. No sólo porque dote al conjunto de mayor complejidad, sino porque a través de esta estructura crea base para paralelismos que dotan de rica significación a la obra; por eso, cualquier análisis debe partir entonces de la relación que existe entre el presente y el pasado, entre el nazismo y el coleccionismo de memoralia nazi, entre los personajes protagonistas de cada época: Kevin Broom y Erskine.