Narrativa arquitectónica. Sobre «Batman. Court of the Owls #2» de Scott Snyder y Greg Capullo
Allí donde vivimos define nuestro modo de existir. Cuanto más tiempo pasemos en un lugar más nos dejaremos contagiar por su arquitectura, su urbanismo, su oscura lógica de calles y recovecos; cada ciudad, ya no digamos cada barrio en particular, define su propio modus vivendi por cómo permite respirar al espacio a su alrededor. Un exceso de carreteras circunscribirá la vida al interior, muchos parques atraerán familias, muchos recovecos oscuros permitirán la criminalidad, y un deficiente transporte público limitará la vida del barrio a su propio interior. Nadie es ajeno al lugar que habita. Potenciar el nivel cultural de las personas no depende de su interés, sino de sus posibilidades de acceso a la misma: más oferta cultural nos hará más proclives a abrir nuestra mente, mientras que limitar nuestro acceso nos hará más cerrados al respecto; del mismo modo, el deporte no es una cuestión de aptitud (personal) tanto como de actitud (urbanística): cuantos más centros polideportivos públicos existen, más deportistas profesionales surgen. Cada ciudad, cada barrio, cada comunidad, tiene su propia narrativa particular, una narrativa arquitectónica de la vida diaria de las personas.
Court of the Owls, el primero de la serie de arcos argumentales que está escribiendo actualmente Scott Snyder para Batman, resulta relevante bajo un prisma narrativo por cómo logra redefinir la relación intrínseca entre Batman y la ciudad de Gotham: a través de cómo dialoga con su arquitectura, con su urbanismo, con la disposición material de los modos de vida de sus ciudadanos. No es su ciudad por habitar en ella, sino porque tanto él como en su familia son el pilar base a través del cual se comprende el crecimiento y desarrollo de toda la ciudad a lo largo del tiempo. Aunque podríamos hacer un análisis específico de toda la saga, nos centraremos (al menos de momento) en cuatro páginas específicas del segundo número del arco; a través de él, comprobaremos por qué es un ejemplo perfecto de cómo hilar la narrativa a través de la arquitectura, tanto pictórica como literaria.