El hombre en sí mismo nace en su descarnarse canino
Kynodontas, de Yorgos Lanthimos
I. Conductismo
El comportamiento humano se nos presenta, a lo largo de toda la historia, como una incógnita incognoscible para cualquier ser humano. Existen personas que actúan bien en la misma medida que las hay que actúan mal y, en cualquiera de los dos casos, es común que estos individuos afirmen que no tienen ni la más remota idea de que les ha llevado a comportarse de ese modo. Es por ello que el intentar manipular al prójimo, intentar encontrar los mecanismos que inducen que una persona llegue a ser lo que es, se ha convertido a lo largo de la historia en una obsesión malsana por parte de infinidad de hombres ‑los primeros de todos los más terribles: los educadores-; si descubrimos por qué las personas hacen/hacemos lo que hacen/hacemos entonces podremos manipular su/nuestra conducta según nuestros intereses. Es por eso que un psicólogo llamado John Watson afirmaría orgulloso haber creado una doctrina, el conductismo, a través de la cual puede explicar todas las diferentes adaptaciones humanas a través de la estructura psíquica que todos compartimos. |