La moneda viva, de Pierre Klossowski
La mayor dificultad de enfrentarse contra cualquiera de los acéfalos, lo cual puede vislumbrar sin ninguna clase de dificultad de los autores canónicos conocidos como parte de Acephale como de sus inspiradores primeros como el Marques de Sade hasta sus inspirados últimos como Nick Land, es su tendencia hacia aplacar la lujuriosidad del pensamiento con un verbo tan florido que por momentos se convierte en una oscura referencia de estilo. Es imposible dudar que estos autores pensaban muy bien, pero aun más lo es dudar que de hecho escribían aun mejor. Es por ello que cualquier texto de estos autores puede y debe entenderse desde la lógica profunda de que todo sentido estará, al menos en parte, sacrificado en el altar de la belleza estilística que estos conducen; son tan franceses en sus pretensiones que no pueden dejar de idolatrar la belleza esnob del lenguaje aun por encima de las ideas que intentan promulgar. Pero no podemos olvidar que, al fin y al cabo, Acephale siempre fue una conspiración a través de la cual respiraba un pensamiento y, por extensión, carecería de sentido que no venerarán la belleza y la oscuridad por encima de la claridad y el cientificismo. Y La moneda viva no es una excepción de esto.
Lo que Pierre Klossowski nos presenta entre los siete velos fingidos de un estilo eminentemente literario es la historia del valor y el precio aplicado hacia aquel mismo que lo sostiene: el hombre. A partir de aquí se embarcará en un texto tan profundo como oscuro donde premiará por encima de la exposición, diluida de forma constante entre largos excursos donde dar pequeñas pinceladas recreativas basadas más en un placer oscurantista que en un auténtico carácter ensayista, el conferir al conjunto la mistérica realidad a la que aspira de forma constante en su texto. Porque, en último término, Klossowski está en esta ocasión completamente alejado de intentar crear una pequeña brecha en el muro con el cual admirar con ojos viciosos otro mundo posible, sino que hace un butrón teórico sobre los muros de lo real para intentar colarse hasta un nuevo paradigma donde sus teorías se conforman como un todo coherente con el mundo en sí; si a menudo la filosofía se queda en una plasmación de lo real o en una pretensión utópica basada en un esoterismo risible, La moneda viva nos muestra una realidad que está ahí para quién aun hoy se atreva a cogerla. Pero además podría resumirse en un sólo párrafo: