Hay tantas cosas sobrevaloradas y tanta gente diciendo que hay cosas sobrevaloradas que afirmarlo de algo ahora es más una boutade que una verdad sincera. Sin embargo cuando uno ve pequeñas obras de arte nacidas del absoluto amor por la sci-fi como El Barón contra los Demonios puede afirmar orgulloso y con potencia que el dinero está sobrevalorado.
En una realidad alternativa de aires steampunk la iglesia ha iniciado una cruzada total contra el mal y los demonios que asolan la tierra después de haber aniquilado otros planetas a su paso. Solo un hombre, El Barón, podrá derrotar al hijo del Ragnarok para así evitar la destrucción de toda vida sobre la tierra. La idolatría de El Barón hacia Dios llega hasta la fe ciega más absoluta e irracional siendo capaz de matar a aliados y enemigos por igual si con ello sigue las imposibles leyes divinas. Pero todo sale adelante por pura y dura fuerza de voluntad, como en esta película en general. Con unos efectos especiales discretos, uso y abuso de miniaturas que son evidentes serlo, diálogos sonrojantes por lo amateur de ellos y unas actuaciones que van desde lo histriónico hasta lo inánime todo apunta a una absoluta bazofia. Sin embargo se aceptan sin problemas todos y cada uno de sus defectos por el amor y la convicción con los que están realizados. Cada frase y cada plano están cargados de fuerza y convicción, como si la fe ciega de los personajes llegara hasta la actuación de los propios actores y los efectos especiales a su alrededor. El encanto naïf del uso de muñecos y marionetas en la era del CGI es también un punto a favor en la un poco desastrada presentación de las escenas más asilvestradas. Y, aunque no es capaz de librarse del humor involuntario que su amateurismo produce, consigue triunfar donde la mayoría de sus congéneres de alto presupuesto fracasan: es rabiosamente divertida.
Cuando llega el momento no importa no tener ni un solo céntimo para hacer las cosas, lo que importa es tener el suficiente tesón para llevar adelante una auténtica oda de amor por lo que haces. Y el que no quiera hacer algo dentro de esos parámetros por ninguna de las razones, quizás debería plantearse que está haciendo. Para todo lo demás, una pizca de amor.