La condición de esnob en castellano parece contener dentro de sí una cierta actitud despreciativa, como si al que fuera dirigido este adjetivo fuera un ente soberbio que mira por encima del hombro a la masa; como si esto mismo fuera algo negativo per se. El esnob es más bien, por definición, alguien que se interesa por los márgenes de la cultura, por las pasiones indómitas de las mentes más preclaras y los espíritus más libres de la enajenación colectiva humana. Quizás por eso es tan necesario este Diccionario de literatura para esnobs de Fabrice Gaignault, para intentar acercar esta escritura en los márgenes a aquellos que aun no son esnobs.
Como en cualquier diccionario al uso nos encontramos con entradas donde nos dan la definición de cada uno de los nombres, ya sean bien de grupos, autores o movimientos, que componen este precioso libro. Desde la eterna figurante Violette Leduc hasta el muy bien ponderado William Burroughs pasando por Arnaldo Gilda o el mismísimo Andy Warhol sólo caben entre sus entradas los más excéntricos y excelentes escritores de ayer y hoy. Y es que si algo comparten todos los autores de este libro son vidas convulsas, torturadas en algunos casos, que les instan a realizar obras que jamás se circunscribirán en el gusto colectivo. Así nos encontramos con un viaje sintético, directo al corazón del esnobismo, donde tras cada página podría encontrarnos ese escritor del cual jamás habíamos oído hablar antes pero que, sin embargo, conecta de un modo existencialmente profundo. Y ese es el mayor merito de este diccionario, presente libro de cabecera de más de un gafapasta que no ha entendido nada, ser capaz de presentarnos en apenas un puñado de pinceladas el carácter propio de cada uno de los personajes únicos que pueblan sus paginas.