Todo cuanto hay de infeccioso en las palabras proviene de sus ideas, de aquello que significan. Lo problemático no es el sonido o la forma de aquello que decimos, el soma constituyente de su existencia, sino lo se reproduce a través de esa forma, los memes subyacentes que se transportan a través de las palabras; el término «perro» significa «mamífero doméstico de la familia de los Cánidos, de tamaño, forma y pelaje muy diversos, según las razas» no porque la forma de la palabra lo signifique, ya que en otros idiomas es dog o chienne o canis lupus familiaris y significa lo mismo, sino porque contiene la idea, el concepto ideal, de lo que es un perro. Al decir «perro» (o dog o chienne o canis lupus familiaris) cada persona puede pensar en un perro específico o en una abstracción indeterminada de lo que supone —o lo que es lo mismo, su acepción académica que ya hemos nombrado o alguna otra — , pero todos comprendemos a qué clase de animal nos referimos. Toda palabra es un virus por su significado, por aquello de su contenido que es reproductible en la mente de otros sobrepasando las interpretaciones particulares que cada persona haga del mismo, no por su forma.
Pontypool significa porque es un conflicto abierto entre el acto comunicativo puro y el acto poético, entre la expresión de una verdad literal y una verdad metafórica: la productora y los infectados quieren un acto comunicativo puro que es imposible, una utopía de objetividad negada por la visión subjetiva que tiene todo individuo de los acontecimientos; el presente y la supervivencia de la humanidad requieren un acto poético infiltrándose por cada resquicio de información, interpretar el mundo a partir de la información que tenemos para intentar buscar un cambio en el mismo. Grant Mazzy se enfrenta contra la lógica imperante, el «1+1» de «la objetividad periodística» y «es lo que el público quiere» —la gran falsedad platónica: justificar que, en último término, aquel al que siempre se le han mostrado como reales lo que no eran más que sombras chinas no quiere conocer la realidad— a través de la poesía, convirtiendo la noticia en reflexión, no buscando el significado de las palabras (que ya se conoce y repite de forma constante, sin necesidad de mediación), sino su posible interpretación (que es recrear el significado, originar de nuevo su sentido dado el contexto del presente).