Ciervo de sangre,
profundo entre los árboles
tu alma escondes.
Aunque se ha naturalizado el término «lynchiano» para referirse a algo extraño, carente a priori de sentido, por su onirismo rayano lo aleatorio, eso no significa que la obra de David Lynch carezca en su seno de toda posibilidad de interpretación. Ninguna obra de arte es ininteligible si está bien construida. Si además hablamos del caso de un videoclip, como el que hizo para Moby en Shot in the Back of the Head, la hipotética imposibilidad se torna aún menos plausible: la cualidad única de los videoclips es vehicular dos lenguajes diferentes, el musical y el visual, sin subodirnar la esencia de uno por encima de la del otro; por esa razón, podemos hacer un análisis a múltiples niveles capaz de hacernos descifrar, sin demasiados problemas, el qué ha podido querer decir son sus imágenes, por más crípticas que sean. Actuemos con metodismo.