Etiqueta: descuartizamiento

  • el asesino siempre es llamado tres veces

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    Con las le­yen­das siem­pre exis­te cier­ta in­cer­ti­dum­bre de cuan­to de ver­dad ha­brá en ellas, aun cuan­do sean cla­ra­men­te fan­tás­ti­cas. Pero po­ner a prue­ba una de ellas en una ca­ba­ña per­di­da en el bos­que con dro­gas y pro­mis­cui­dad de por me­dio es ten­tar a la suer­te más de lo de­sea­ble. Si no lo creen así pre­gún­ten­le a Jonathan Prévost y François Simard los di­rec­to­res del cor­to go­re Le Bagman — Profession: Meurtrier.

    Una chi­ca se ve ase­dia­da por los en­vi­tes de un slasher lla­ma­do Bagman que apa­re­ce pa­ra ma­tar­te si pro­nun­cias su nom­bre tres ve­ces se­gui­das. Su hui­da ya em­pie­za des­pués de la muer­te de to­dos sus ami­gos y se pro­lon­ga en una per­se­cu­ción que aca­ba cuan­do am­bos cho­can con un gru­po de ma­fio­sos de me­dio pe­lo. Estos, con muy po­ca in­te­li­gen­cia, lo in­vo­can pro­nun­cian­do tres ve­ces su nom­bre. A par­tir de aquí te­ne­mos el grue­so del cor­to que es una hi­la­ran­te con­se­cu­ción de eje­cu­cio­nes a ca­da cual más abe­rran­te so­lo sua­vi­za­das por las pin­ce­la­das hu­mo­rís­ti­cas. Y es que con Bagman, to­do es ex­ce­si­vo. Cuerpos con un par de de­ce­nas de san­gre en el cuer­po y unos cuan­tos ór­ga­nos de más son ob­je­to de san­grías y evis­ce­ra­cio­nes crea­ti­vas a‑gó-gó. Todo al mo­do old school, pres­cin­dien­do de CGI y ma­rra­na­das in­for­má­ti­cas que tien­den a em­bo­rro­nar la ca­li­dad glo­bal. Aquí to­do es or­gá­ni­co, no hay más que tru­cos bien eje­cu­ta­dos y mu­ñe­cos mu­ti­la­dos que dan un as­pec­to in­fa­me y gro­tes­co, pe­ro di­ver­ti­do, al con­jun­to final.

    Partiendo de un un cli­ché y con mu­chas ga­nas de ha­cer las co­sas bien lle­ga el ase­sino de la bol­sa de pa­pel en la ca­be­za. Y es que, ¿cuan­do po­dre­mos ver en otra oca­sión un es­pec­ta­cu­lar des­cuar­ti­za­mien­to vía in­tru­sión anal? Solo os que­da re­cor­dar no lla­mar nun­ca al hom­bre cu­yo nom­bre no de­be ser ja­más pronunciado.