Con esta reflexión sobre lo que produce la génesis de la vida comenzamos el especial de Halloween de este año que acabará, como es lógico, el propio día de Halloween. Les espera toda una semana de sorpresas así que gracias por venir, siéntense y disfruten del espectáculo.
Aunque el terror es algo connatural al hombre, ya que existe desde sus primeros instintos animales, la mayor parte de las conformaciones culturales que adopta son totalmente alienígenas. De éste modo aunque los miedos hacia la violencia propia de la vida en comunidad o hacia la naturaleza como entidad salvaje son naturales, en su cristalización como formas naturales tienden a adoptar conformaciones terribles más allá de toda lógica; lo siniestro, lo que nos hace sentir miedo, se escapa de toda noción de lo pensable. Es por ello que, del mismo modo que erigimos mitos a través de los cuales reflejar aquello que aspiramos a ser, constituimos nuestro terror en mitos hiperbolizados. Si los fantasmas son el miedo a lo que hay más allá, el zombi el terror a la masa, o la representación de la catástrofe ‑desde una tormenta hasta un volcán pasando por cualquier invasión de insectos antropófagos- es el pánico hacia una naturaleza hay un terror que es, eminentemente, contemporáneo: el miedo al sexo. De éste modo desde el lobo de Caperucita Roja pasando por los slashers o el género de tentáculos nipones hasta todas las conformaciones del vampiro el sexo siempre se representa como aquello que deseamos pero nos pone en una situación de víctima de una posible depredación. Y su última y más interesante representación la encontraríamos en el videoclip de “Fantasy” de DyE.
Un grupo de adolescentes se cuelan en la piscina cubierta de su instituto en un cargado ambiente de romanticismo con una pareja explorando los, hasta el momento, intransitados caminos del sexo. Mientras otra de las jóvenes se muestra incómoda ante cualquier avance de su patternaire hasta el punto de la huida lanzándose a la piscina cuando éste intente besarla, lo cual desencadenará el principio de todo: la pícara pareja se verán infectados por criaturas de más allá de nuestro mundo que infectarán con sus conformaciones fálicas cuanta vida quepa ante su mirada. En su huida llegará hasta ese otro mundo para descubrir aquello que no se puede concebir, el monstruo fálico-vaginal que, mecánicamente, insemina de vida al mundo.