La ordenación natural en unas connotaciones judeo-cristianas del cielo y del infierno serían, respectivamente, como adalides del orden y del caos. Por otra parte no sería algo ajeno a la lógica pensar que en realidad el infierno se definiría por una estricta jerarquía condicionada a los deseos de destrucción de los señores infernales en contraposición a la libertad, quizás algo anárquica, del cielo. O así lo ven Gainax en lo que es, sin lugar a dudas, el anime del año, Panty & Stocking with Garterbelt.
La serie es un auténtico tour de force de la animalada, del más dificil todavía, por llegar a nuevas cuotas imprevistas donde lo políticamente correcto sea papel mojado de fluidos corporales. Y es que la serie ha sido en todos sus aspectos como sus protagonistas, anárquica. El dibujo à la magical girls combinado con el uso mínimo de un dibujo más estilizado y propio del anime ya es un cambio brusco continuo, pero no el único. La economización de recursos es contemplada como un modo de recrear el caos ordenado en el cual van atacando cabos parsimoniosamete nuestras dos ángeles. No importa que parezca que todos los capítulos están inconexos entre si, que el dibujo cambie en varias ocasiones o que en el episodio final lleguen a reciclar escenas y hacer saltos de frames intencionadamente; todo es una orquestada coreografía donde cada mínimo detalle cuenta. Cada referencia y cada aparente capricho de Gainax es un juego de formatos que retuerce a todos los niveles la intertextualidad y los límites del anime hasta llegar al prodigioso final donde todas las piezas encajan en el acto. En Panty & Stocking with Garterbelt todo el caos es sólo una forma de un nuevo orden estético.