Hacerse expectativas, generalmente creadas por el hype, puede llevarnos a la decepción a la hora de afrontar las cosas. Peor aun es cuando ese hype es auto-inducido por una masa de fans con más tiempo libre que neuronas. En estas circunstancias nos ha llegado hace escasos días el primer capitulo de la serie Heroman, una colaboración entre Stan Lee y Bones.
Joey Jones es un joven sin apenas amigos del cual abusan en el instituto un grupo de matones pijos. El, con un corazón de oro, a la vez que sigue sus estudios trabaja a media jornada en un restaurante para ayudar a su abuela. Hasta que un día se encuentra repara un robot el cual, por un accidente, cobra vida, cambiando todo sin previo aviso. Ahora, en conjunto con su robot, Heroman, ayudaran a quien los necesite. Esta historia redundante en cliches y tópicos de toda clase es lo que se le ha criticado abiertamente. Sin embargo no deja de ser una historia de Stan Lee en su estado más puro. Un accidente que da poderes, la dificultad de combinar la vida del día a día con la responsabilidad de los nuevos poderes y el joven incomprendido de buen fondo. Todo es inocente y naïf, tan sencillo que es casi ridículo y ahí radica su encanto. Sin grandes aspavientos ni necesidad de grandes retruécanos nos ofrecen un comienzo sencillo pero encantador que, de seguir por tales derroteros, quizás volvamos a tener una historia al mas puro estilo clásico de Stan Lee. A esto se le debe sumar una continua referencialidad a golpe de guiños: la abuela escuchando un disco de Roswell o Stan Lee pidiendo más café a Joey son algunos de estos ejemplos.