En un remoto lugar alejado de toda civilización se establece un psiquiátrico para caducados mentales. El equivalente al Arkham Asylum de los cacahuetes se nos presenta en todo su esplendor y terror en Gritos en el Pasillo de Juanjo Ramírez.
Partiendo una topiquísima historia de terror consiguen sorprendernos gracias a las particulares actuaciones de los actores y el ligero toque de humor impreso durante todo el tiempo. Pese a la inexpresividad natural de los cacahuetes consiguen expresar sin dificultad toda clase de sentimientos. Los movimientos, aunque toscos, son bien llevados, llegando a hacer verosímiles peleas que, con actores de carne y hueso, probablemente fracasarían por irreales. A pesar del giro final que aunque previsible ha sido muy bien llevado la última parte de la película es la más intensa. Involucrados con la causa del escritor consigue que nos involucremos en la historia y en lo que le pase al personaje de un modo especial. Esto, sumado a la emotividad que consiguen algunas muertes y las propias reacciones del escritor nos demuestran que el escoger cacahuetes como actores no es solo una boutade, es una elección perfectamente lógica y necesaria. Esta película esta hecha por y para los cacahuetes, sin ellos todo el conjunto carecería de la fuerza que tiene.
Nadie quiere vivir con los cacahuetes caducados cerca, todos temen su deterioro mental y por eso los aíslan en un lugar lejos y prácticamente incomunicado, para no verlos. Solo un dibujante de ilustraciones infantiles encontrara la fuerza y la sensibilidad necesaria para enfrentarse al lado más oscuro de los cacahuetes. El terror se viste de cacahuete caducado.