Hoy es Halloween y por eso hoy no descansamos, pero sí que cedemos el micrófono a los otros: a aquellos que tengan algo muy especial para aportarnos en este glorioso día. Por eso comenzamos con una crónica del insigne Noel Ceballos, del cual seguro conocen su Emperador de los Helados, donde nos narra como la noche de Halloween fue la génesis para la aceptación del movimiento gay en América. O no, no exactamente eso.
¿Queréis una historia de Halloween?
Una docena de agentes de policía patrullan por el bar, intentado no llamar la atención entre las más de doscientas personas que han venido esta noche. Hay tiaras y abrigos de pieles y camisetas de tirantes oh-tan-transparentes y sombreros de Bonanza y chupas de cuero y pendientes en orejas de ambos sexos y capas de Drácula y gorras de Sandy Koufax y botas de militar y cardados de Cleopatra (versión Taylor/Mankiewicz) y máscaras venecianas y disfraces de JFK, menos de un mes antes de que eso pudiera ser considerado de mal gusto. Turistas, parroquianos, parejas casadas, parejas que no lo iban a estar en mucho tiempo, hombres de negocios, parados, estudiantes: todos alzan sus copas de Coca-Cola, naranjada, ginger alle, zumo de arándanos, mosto o agua con gas. Estamos en Black Cat Café de San Francisco, una institución de la bohemia californiana (sección North Beach) desde hace tres décadas. Esta mañana le han retirado la licencia para servir alcohol. Ahora la noche de Halloween de 1963.