En una sociedad donde el musical esta visto como una patochada y un arte menor, es curioso como ha conseguido hacerse un hueco entre las películas de animación por culpa del efecto Disney —siendo éste el inane pero efectivo acontecimiento que se da en la necesidad por parte de todos los personajes de dibujos animados de ponerse a cantar, incluso cuando no responde de forma coherente con la narración — . Siempre se han burlado de ello en Las Macabras Aventuras de Billy y Mandy, por lo cual es lógico que lo llevaran hasta el extremoen el numero musical de su primera película, La Gran Aventura de Billy y Mandy con el Coco.
Scary‑o es un canto a no tener miedo desde la absoluta subnormalidad, Billy nos anima a no tener miedo por que nada es tan grave y porque, a fin de cuentas, tenemos demasiada hambre para temer nada. Sin exaltaciones de la amistad, el valor, el honor o el amor, solo de la estupidez en su forma más pura. Todo rematado con un guitarrista Tío Cosa con vestuario de Slash cantando con un Billy Stardust en un juego de referencias que ya querría para si Padre de Familia.
He aquí la definitiva opera rock de los dibujos animados sostenida desde el musical bien entendido y la aceptación de los ingredientes definitivos: el absurdo y la estupidez.