Este post es parte de un especial de navidad dedicado al stoner que pueden leer completo tal que aquí.
En el desierto no hay caminos, sólo hay una eterna y basta nada en la que nada puede ser más allá de una intrincada esencialidad que comulgue con ese mismo vaciado de todo si. Quizás por eso sean tan comunes en todas las culturas los ritos iniciáticos consistentes en tener revelaciones inducidas por drogas en lo más profundo del corazón de los desiertos. Pero para el urbanita moderno eso está muy lejos de sus posibilidades y esa experiencia nos retrata el iniciático Ultramega Ok de Soundgarden.
Con un énfasis especial en los bajos y unas percusiones muy agresivas hilan un disco que intenta coger los sonidos más únicos de Black Sabbath en tanto contundentes y cierto aire blues desastrado de Led Zeppelin. El resultado es algo que ya se podía otear en algunos trabajos de Black Sabbath llevado a su extremo último; el stoner. Todo son sonidos lánguidos, eternizados, siempre con un aire psychodélico como invitándonos a dudar siempre de que está ocurriendo a nuestro alrededor. Así formulan un intento de imitar las sensaciones que produce el viajar abotargado y confuso por un desierto cuya disposición es más mental que púramente física. Pero a su vez está siempre esa connotación a las drogas, las cuales nos producen unos efectos muy similares haciéndonos vivir, según los ritos chamánicos, viajes espirítuales en los cuales trascendemos el propio cuerpo. Y eso mismo intentan y consiguen Soundgarden en este disco, nos llevan hacia una catarsis donde si cerramos los ojos casi podemos ver a través de los ojos del alma ese vacío primordial en el cual el yo debe aprender sólo. El lugar de la revelación primordial.
Sin duda alguna Bataille hubiera aplaudido la iniciativa de Soundgarden al crear el primer sonido genuinamente catártico, la primera música capaz de anular todo nuestro raciocinio lanzándonos desnudos y ajados a las llanuras vacías del ser yo en la nada. El inconmensurable Ultramega Ok nos arroja en mitad de la naturaleza desatada para que descubramos que se esconde detrás de nuestra esencia dormida. Anulando la razón pero adquiriendo una pasión más allá de lo humano.